3 febrero 2012. Viernes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En este pasaje, como en Cesarea de Filipo cuando Jesús pregunta a los discípulos qué piensa la gente sobre él, se hace referencia a las diversas opiniones que corrían sobre Jesús. Nosotros es este día nos podemos preguntar también, quién es Jesús para mí. En diálogo de fe viva con Jesús preguntarme quién es para mí y qué supone implicaciones tiene en mi forma de pensar y vivir. Porque Jesús es así yo hago esto y lo otro.

El autor del libro al que corresponde la primera lectura no esconde su entusiasmo por el rey David: “de todo corazón amó a su Creador, entonando salmos cada día”. Aunque reconoce sus pecados alaba su conversión y cómo buscó la amistad con Dios. El rey David es figura del mesías esperado y aparte de sus victorias militares se resalta su espíritu religioso. A él se atribuyen los salmos. El Dios de sus padres fue lo más importante de su vida.

La superstición de Herodes y sus contemporáneos ven en Jesús sus propias fantasías y tradiciones mientras que los apóstoles iluminados por la fe ven al mesías prometido al que han entregado su vida entera y del que comparten su misión. Jesús les irá guiando en ese itinerario de fe y mostrando la misión que el Padre le ha encomendado. En esa acción Jesús habla de la acción del Padre y del Espíritu Santo y nunca sentirán orfandad.

Nosotros también experimentamos entusiasmo por Jesús y queremos conocerle mejor para más amarle y seguirle; confiemos que, si mantenemos vivo nuestro deseo, la gracia de Dios no nos abandonará. En medio de todo tipo de opiniones sobre Jesús hagamos nuestra profesión de fe en él: Hijo único de Dios, plenitud de los tiempos y digamos como Tomás: Señor mío y Dios mío y con Pedro: Señor a quién iremos sólo tú tienes palabras de vida eterna.

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