22 marzo 2012. Jueves de la cuarta semana de Cuaresma – Puntos de oración

En la liturgia de este día en la primera lectura se entabla un dialogo entre el Señor y Moisés. El pueblo de Israel, liberado de Egipto, de nuevo se desvía del camino y se olvida del Señor. “Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”.

El Señor está dispuesto a castigas a Israel. “Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos…” Moisés le recuerda su alianza recordando a Abrahán, Isaac y Jacob…Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo”.

Moisés es la imagen de tantas personas que viven con fidelidad una vida entregada a Dios intercediendo por todos los hombres. Este es el papel esencial de las personas consagradas, y en especial las órdenes contemplativas. Hacen de intermediarios entre el Señor que es compasivo y misericordioso y la multitud personas que viven como si Dios no existiera o en una actitud agresiva, hasta desear la muerte de Dios.

También, en mi rato de oración de cada día debe de suplicar de misericordia y perdón de Dios a multitud de personas que en su pecado se han enfrentado contra Dios olvidándose de su condición de criaturas. Su meta es conseguir por todos los medios el poder. Este poder que tiene diferentes caras: la riqueza, el placer, la vanidad…

Esta actitud queda reflejada en el Salmo 105 que recitamos este día. Recuerda precisamente el texto del libro del Éxodo en el capítulo 32.

Y esta es la súplica que repetimos en este salmo: “Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo”.

En ausencia de Moisés, el pueblo de Israel, se hizo un becerro de oro y le adoraron.

Puedo recordar los pecados en las acciones y omisiones que me han separado de Dios. Me he olvidado de Dios. También Israel se olvidó de Dios su salvador, de los prodigios, maravillas y portentos que el Señor hacía con su presencia.

Este olvido puede tener consecuencias mortales. “Dios hablaba con Moisés de aniquilarlos…” Separarnos de Dios, olvidarnos de Él, luchar contra Él. No es el Señor quien nos condena, nos condenamos nosotros al separarnos de Él. Pero el Señor escucha la súplica de Moisés a favor de su pueblo. Y a pesar de todo, el Señor, se arrepintió de la amenaza.

SÚPLICA A MARÍA: Santa María de la Cuaresma: enséñame a abandonarme en Dios, refugiarme en el momento presente, vivir en desierto.

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