Este de la Transfiguración debe ser uno de los momentos más importantes de la vida de Jesús pues el Papa Juna Pablo II le coloca entre los misterios luminosos del rosario pues es una de las veces en las que se manifiesta de forma contundente la divinidad de Jesús. Curiosamente se hace casi en secreto, recordando las muchas veces que hace un milagro y pide a continuación al agraciado que no se lo diga a nadie. ¿Tendrá que ver algo con la humildad, con “crecer en silencio”?
Supongamos que vas a hacer la oración por la mañana. Te levantas y te acuerdas de la Virgen, del tema de la oración y de la virtud en la que intentas mejorar en este día (examen particular). Cuando te acercas al lugar en el que vas a empezar la oración, antes de empezarla haces un recordatorio general del tema y le dices a Jesús algo así como que quisieras que todo ese rato fuese solo para Él. Que fuese como un subir el incienso de tu vida hacia Él. Aunque no sea nada más, por lo menos le vas a sacrificar una parte importante d tu tiempo. Luego empiezas y… ni se sabe. Según leo a Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio, el P. Morales y otros místicos, me va calando más una enseñanza que siempre oí al último y que no me acabo de creer. Si en la oración, eres capaz de razonar y hacer actos voluntarios e imaginar cosas, seguro que estás en el principio. Daespués eres incapaz de pensar, más adelante ni piensas, ni sujetas la imaginación. En lenguaje de Santa Teresa, ahí empiezan las terceras y cuartas moradas del espíritu (no he llegado todavía a las quintas). No te pares, no te esfuerces por volver a lo del principio. Aguanta en pura fe y sigue. El Padre lo decía con palabras parecidas que no repito en razón de brevedad. Resumiendo: si te distraes mucho pero involuntariamente, si piensas cosas tontas y aún pecaminosas pero no consientes, no te preocupes, sonríes, pides algo y sigues. Muy seguramente estás en buen camino.
Nota: para precisar mejor si efectivamente estás en buen camino o estás haciendo el tonto se necesita una consulta particular privada. El especialista con ayuda especial de Dios (que no le llega a hacer infalible) se llama guía o director espiritual.
Ya he consumido casi todo el espacio que me conceden.
Podríamos empezar la oración pensando en los discípulos que no son convocados a subir. ¿Qué piensan? ¿Y los otros como José Barsabás y Matías, que les acompañaban habitualmente y ni siquiera tienen la condición de apóstoles? ¿Qué pensaban las mujeres que les hacían la comida y aún les atendían con sus bienes y tampoco suben? Piénsatelo, ponte en sus zapatos. Parte de la infancia espiritual es no pedirle cuentas a Dios. Bastante regalo es que nos llame a estar a su lado. Él ya sabe lo que es bueno para mí.
Ahora te subes al mote chato del ¿Tabor? Y miras la escena: Moisés y Elías, a los que nunca habían visto pero por algún motivo los reconocieron, hablando con Jesús. ¿De qué hablarían? Seguro que de cosas importantes para ellos. San Lucas nos lo dice: del tránsito de Jesús. Es lo más importante. No hay nada mejor para mí. Creo que tampoco hay nada mejor para Jesús, pues si lo hubiese, le habría pasado: podrá demostrar el amor que me tiene. Gracias Jesús. Y eso lleva incluid la glorificación por el Padre. También hizo lo máximo de obediencia. Obediencia, extraña palabra. ¿Vives algo de eso? Obediencia a tu mujer, al marido, al jefe,…
Ahora viene la nube. En el Antiguo Testamento había sido habitualmente la representación de Dios, sobre todo durante la peregrinación por el desierto. Luego la voz: Este es mi Hijo. Tú te quedas asombrado. Le miras, te alegras. Mi Hijo, no un Hijo.
Mi Hijo amado. Lo más amado posible para Dios y eso que puede mucho. Le miras. Piensas de nuevo en la crucifixión y durante ella, también es Mi Hijo amado. Luego piensas en tus pequeñas cruces y se las agradeces, o te sonríes o lo que sea.
Este es mi Hijo amado: Escuchadle. Puedes razonar todo lo que quieras sobre este “escuchadle” o simplemente pedir.
Por último la pregunta del millón: si es buen signo no ser capaz de pensar en la oración, y aún distraerse involuntariamente, para qué este rollo de puntos enfocados justo a imaginar y pensar: Por dos razones: por los principiantes, que si piensan y porque, para podre distinguir si no piensas por vagancia o por don de Dios, lo mejor es prepararte con toda ilusión como si fueses a razonar y a soñar todas estas cosa y después, conformarte alegremente con lo que Dios te dé.