Empecemos siempre nuestra oración haciéndonos pequeños ante Dios. Hazte
pequeño y alcanzarás el favor de Dios. Somos realmente pequeños ante Dios. Es
el camino que descubrió santa Teresa de Jesús niño. Ella lo bautizó como un
camino enteramente nuevo. Digamos que descubrió como hacer actuar a Dios en
nuestra vida: “como el águila que recoge sus polluelos y los libra del peligro
llevándolos a gran altura; o la madre que ve los esfuerzos de su niño por subir
las escaleras y baja para subirlo en brazos”. Al hacernos pequeños ante Dios lo
descubrimos como padre y nos abrimos a realizar las obras de Dios.
Por eso el autor de la carta a los Hebreos comprende la superioridad de la
nueva alianza frente a la antigua. Por medio del mediador de la nueva alianza,
Jesús, tenemos plena confianza con Dios. Jesús nos libra de nuestros pecados y
nos presenta ante Dios nuestro Padre. Humillados somos ensalzados.