Adentrarnos en el ambiente de oración es ponernos a la escucha de la Palabra de Dios. Aquí, siempre, lo importante es escuchar. Para ello es preciso ir acallando otras voces y otras preocupaciones que nos estorban para el encuentro amoroso con Dios.
Además, todas las palabras del Señor no resuenan de la misma manera en nuestro corazón. Hay algunas, como las de hoy, que nos resultan más enigmáticas y difíciles de entender. Vayamos con su ayuda entrando en esta escuela de conocimiento que es la oración diaria.
El escándalo de la Cruz
“En medio de la admiración por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres”
Es la segunda predicción que hace Jesús de su pasión y muerte en el evangelio de San Lucas. Esta vez sin mencionar expresamente su Resurrección.
Ayer considerábamos el primer anuncio, pero entre el primero y el de hoy se han sucedido varios pasajes:
- Condiciones para en seguimiento de Cristo
- La Transfiguración
- La curación de un endemoniado epiléptico
Al asombro que este último portento causó entre la gente se refieren las palabras del comienzo: “En medio de la admiración general por lo que hacía”
Pues precisamente en ese momento de éxito es cuando predice por segunda vez su Pasión y muerte. ¿Por qué? Para ir preparando a sus discípulos a superar el gran escándalo de la Cruz.
Cuando se la ve con ojos de fe, esa derrota ignominiosa es su gran victoria sobre el pecado y la muerte.
“Pero sus discípulos no entendían el lenguaje, les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido”.
Y, ahora, es donde entra nuestra reflexión para ir conociendo más a Jesucristo y su mensaje. De otra forma nos será imposible establecer con Él una adecuada relación que desemboque en el enamoramiento y el posterior seguimiento.
La oración nos lleva a tener una experiencia viva del Señor. Por eso tenemos que poner en ello toda nuestra capacidad de entrega. Así iremos identificando el fondo del mensaje que nos va transmitiendo Jesús, y descubriremos que además de lo que nosotros percibimos, hay un lenguaje de fondo que nos va mostrando el objetivo final: La salvación en Cristo.
Cuando esto ha calado en nuestra vida ya no nos escandalizamos de la cruz y de las contrariedades que son inherentes a la condición humana. Todo adquiere una nueva dimensión y se llena de sentido.
Imploremos una visión de fe que rompa todas las apariencias y nos descubra el significado de todo lo que ocurre, también de las cruces.
María, experta en ese conocimiento de Jesús, nos enseña cómo aprender a ver más allá de lo que captamos con la propia mirada. A Ella encomendamos los frutos de este rato de oración.