*Primera lectura: Este pasaje se sitúa dentro de
la tercera parte del libro de Amós en la que se relatan cinco visiones proféticas. En
8, 1-3 se habla de la visión del cesto de higos (palabra que en lenguaje del
Norte se pronuncia igual que "fin") simbolizando que el fin ha
llegado. Mucha parte de culpa de la desgracia que ha caído sobre Israel la
tienen los mercaderes sin escrúpulos, que despojan en esta época de hambre a
los más débiles. El profeta recrimina sin compasión estas lacras sociales.
En Israel se festejaban el primer
día del mes. En ese día, lo mismo que todos los sábados, las actividades
mercantiles estaban suspendidas, pero la ambición de los negociantes perversos
llega al límite de que, importándoles poco la celebración del culto, se
impacientan por las fiestas religiosas. Su corazón está sediento de dinero. Los
negociantes sin conciencia cometen toda clase de atropellos.
Pero la frase final, “la gloria
de Jacob” (lit.: "orgullo de Jacob") viene a decir que Dios, que ha
elegido a Jacob (Gn 25,23; Malq 1,2.3) y le ha dado todos sus privilegios,
quiere permanecer Él mismo como el único título de gloria de Israel. Por eso se
opone a las riquezas malamente adquiridas por los que pretenden desviar la
atención de Israel. La "gloria de Jacob" es Dios mismo como sustentador
y esperanza del pueblo.
*Salmo: destaca la sencillez y belleza del Salmo 112,
auténtica puerta de entrada a una pequeña colección de Salmos que va del 112 al
117, convencionalmente llamada el «Halel egipcio». Es el aleluya, es decir, el
canto de alabanza, que exalta la liberación de la esclavitud del faraón y la
alegría de Israel en su servicio libre al Señor en la tierra prometida (cf.
Salmo 113).
No es casualidad el que la
tradición judía enlazara esta serie de salmos con la liturgia pascual. La
celebración de aquel acontecimiento, según sus dimensiones histórico-sociales y
sobre todo espirituales, era vista como un signo de la liberación del mal en la
multiplicidad de sus manifestaciones.
El Salmo 112 es un breve himno
en el que el original hebreo consta sólo de unas sesenta palabras, henchidas de
sentimientos de confianza, de alabanza, de alegría.
Dios se inclina ante los
necesitados y los que sufren para consolarles. Y esta expresión encuentra su
significado último, su máximo realismo en el momento en el que Dios se inclina
hasta el punto de encarnarse, de hacerse como uno de nosotros, como uno de los
pobres del mundo. Al pobre le confiere el honor más grande, el de «sentarlo con
los príncipes»; sí entre «los príncipes de su pueblo» (versículo 8). Por tanto,
el salmista alaba a un Dios sumamente diferente de nosotros en su grandeza,
pero al mismo tiempo muy cercano a sus criaturas que sufren.
El Salmo de hoy exalta la
liberación de Israel de la esclavitud y su alegría por servir en libertad al
Señor, Creador del cosmos y rey de la historia. El Señor con su presencia
amorosa y su compromiso eficaz con nuestra debilidad «levanta del polvo al
desvalido, alza de la basura al pobre».
Estas palabras prefiguran las de
la Virgen María en el Magnificat, la cual, con más radicalidad que el Salmo,
proclamará que Dios «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes».
(Ideas de Benedicto XVI en el
comentario del salmo 112 en audiencia general del 18 mayo 2005).
*Segunda
lectura: Pablo inicia las instrucciones a
Timoteo sobre diversos aspectos de la vida de la comunidad con esta referencia
a la plegaria. Más que enumerar diversos modelos de plegaria, describe la
plegaria cristiana bajo todos sus aspectos.
"Te
ruego, pues, lo primero de todo, que hagáis oraciones... por todos los
hombres...":
el primer tema de instrucción para la comunidad gira en torno a la necesidad de
que ésta ore no sólo por sus propios miembros sino por los hombres y por la
sociedad en general. La plegaria por los gobernantes, aunque pudieran ser
hostiles a la comunidad cristiana, se encuentra plenamente en la línea trazada
en Rm 13,1-7 sobre la obediencia a la autoridad. La comunidad cristiana no se
puede situar al margen de o contra la sociedad, no es una secta. Aunque sea
todavía reducida en número, su perspectiva ha de tener un sentido universal.
"Dios que quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad":
los cristianos hemos de pedir por todos los hombres porque saben que el plan de
Dios es un plan de salvación universal. La salvación aparece así en íntima
relación con el conocimiento de la verdad. Saber que hay un solo Dios y que
Jesucristo es el único Mediador, es el fundamento de la salvación ofrecida a
todos los hombres: Dios es su creador y todos han sido representados por Cristo
delante suyo. Su misma muerte por todos los hombres ha sido el testimonio más
patente de esta verdad.
Las "manos limpias" son la expresión del interior de la
persona. Si la plegaria es para que todos los hombres se salven y se realice
así la voluntad de Dios, tiene que ir acompañada de una vida de verdaderos
hijos de Dios: fuera entonces la "ira y las divisiones",
*Evangelio: La parábola habla de un administrador de
bienes a quien su amo ha decidido despedir. Para entenderla es necesario estar
familiarizados con la situación administrativa presupuestaria.
Según práctica habitual en el
antiguo Medio Oriente, un administrador podía hacer préstamos de las
propiedades del dueño, por los que recibía una comisión en concepto de
intereses. Esta comisión era para el administrador, no para el dueño. Esa
comisión, con su correspondiente recibo o aval fiduciario, se adjuntaba al
documento oficial que estimulaba la cuantía del préstamo. La práctica habitual,
sin embargo, era la existencia de un único documento, en el que el deudor
consignaba la totalidad de su deuda, sin especificar la cuantía estipulada por
un lado y los intereses por otro. Pero lo que no debemos olvidar es que estos
intereses correspondían al administrador y no al dueño; era propiedad del
administrador.
Con estos presupuestos volvamos
ahora a la parábola. Un amo ha decidido despedir a su administrador. ¿Qué hace
el administrador? Granjearse amistades que puedan echarle una mano después del
despido. ¿Cómo lo hace? Perdonando a los deudores del amo la comisión que le
correspondía como administrador, parte que, en el primero de los casos
contemplados, ascendía al 50% del total que el deudor tenía que pagar y, en el
segundo, al 20%. Procediendo así el administrador no defrauda al amo ni
falsifica documento alguno. Lo único que hace es detraer de la deuda total la
cantidad correspondiente a su comisión. Es decir, el administrador renuncia a
lo que era suyo. En el v.8 la parábola califica de inteligente este proceder
(astuto, en la traducción litúrgica). Si en ese mismo versículo se califica de
injusto al administrador, dicho calificativo no obedece al proceder descrito en
la parábola, sino al proceder previo a la misma y del cual se habla en los
versículos 1-2 como causante del despido.
El centro de gravedad y, por
consiguiente, de atención de la parábola es la renuncia del administrador a lo
que era suyo, una renuncia calificada de inteligente y, como tal, alabada
expresamente por el amo del administrador.
En torno a este centro de
gravedad giran las consideraciones posteriores de Jesús, cuya culminación y
resumen es la lapidaria frase conclusiva: "No podéis servir a Dios y al
dinero". Como en precedentes ocasiones el lenguaje de Jesús es gráfico,
agresivo, sin tapujos. "Ganaos amigos con el dinero injusto". Esta
frase recoge lo expresado gráficamente en la parábola, en la que el
administrador se ha granjeado amigos con su dinero. La expresión "dinero
injusto" no se refiere a un dinero obtenido de manera poco clara o poco
escrupulosa; se refiere al dinero sin más, a todo dinero, a cualquier dinero. "Ganaos
amigos con el dinero injusto". La
frase es un acicate: Apreciad más a Dios y a los demás que al dinero, ganaos a
Dios y a los demás en vez de estar locos por el dinero. El significado del
texto es en realidad muy sencillo: invita al discípulo de Jesús a vivir un
estilo de vida cuyo motor y base sea Dios y no el dinero.
Dios y dinero representan los
motores de dos estilos de vida antitéticos, irreconciliables entre sí. Según el
puesto que tenga cada uno de ellos en nuestras vidas, así será también el
estilo de ellas.
En vez de lamentarnos tanto del
materialismo imperante, abrámonos nosotros a Dios. Él está, vive, es real. Pero
hay que ser permeables. Por mucha agua que le caiga encima, del ladrillo jamás
germinará una flor.
ORACIÓN FINAL:
Dios
todopoderoso, confírmanos en la fe de los misterios que celebramos, y, pues
confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero,
te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a
las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.