Como en la primera lectura debemos buscar un camino diferente, al camino que la sociedad nos marca llevar a todas las gentes la llama de nuestro amor incondicional a Jesucristo, para que también a ellos llegue la misericordia de Dios; esto solo se hace con un encuentro real y verdadero. Somos nosotros y aquel mensaje que podemos darles; que Dios les ama, y espera recibir este mismo amor de todos; debemos encendernos cada mañana para fortalecer este amor y difundirlo a todos nuestros compañeros y amigos.
La mejor ayuda que podemos tener es de María, que vislumbra ella, aunque todavía en la neblina, las líneas desconcertantes y maravillosas de un eterno decreto de amor. El Padre que nos hace entrar en la familia divina adoptándonos en Cristo como hijos.
Cada día que pasa, María capta nuevos detalles. Miradas, gestos, palabras de su hijo divino, desgarros de corazón, sobre todo iluminan para Ella, con más luz, la historia de la salvación.