Miramos a Cristo con las palabras de San Pablo en la primera lectura:
- Cristo es para nosotros la esperanza de la gloria
- Cristo en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer
- Nosotros anunciamos a este Cristo, para que todos lleguen a la madurez de esta vida en Él
Estas tres rotundas frases de Pablo nos centran nuestra oración y nuestro día. En Cristo ponemos hoy nuestra esperanza, de él esperamos hoy sabiduría y conocimiento, a Él y solo a Él anunciamos con el deseo de crecer en madurez de fe.
El papa Francisco nos lo confirma en la encíclica Lumen Fidei:
“La nueva lógica de la fe está centrada en Cristo. La fe en Cristo nos salva porque en él la vida se abre radicalmente a un amor que nos precede y transforma desde dentro, que obra en nosotros y con nosotros.” (LF 20)
Y la fe en Jesucristo consiste en dejarse tocar por Él. “Con la fe, nosotros podemos tocarlo y recibir la fuerza de su gracia” (LF 31)
Esto es lo que ocurre en el evangelio de hoy. Jesús cura a un paralitico que tenía parálisis en el brazo derecho. Quizás nunca te has parado a pensar en este milagro. ¿Qué le pasaba a aquel paralitico? Podríamos decir que no tenía una grave enfermedad, no estaba postrado, podría vivir por sí mismo, de hecho iba a la sinagoga a rezar y allí lo encuentra Jesús. Pero a aquel hombre le faltaba el movimiento de un brazo. Es decir estaba paralizado solo para ciertas acciones.
¿Y nosotros? ¿Cuál es nuestra parálisis? ¿Cuál es tu parálisis? ¿Estás dispuesto a poner, al principio de este nuevo curso todas tus fuerzas en la misión, en la evangelización? San Pablo decía, “nosotros anunciamos a este Cristo… a todos, con todos los recursos”. Quizás podamos tener una parálisis que nos impide trabajar con los dos brazos en la evangelización. Piénsalo en la oración de hoy. La llamada del Papa en Rio de Janeiro es clara y apremiante: vayan, sin miedo, para servir. Hoy no se puede servir con una sola mano.
El evangelio de hoy es sorprendente. La mano de Jesús cura un brazo seco, incapacitado para trabajar. Hay que ponerse manos a la obra, con los dos brazos, es decir, rehabilitados por Jesús, que necesita de cada uno de nosotros por entero.
… Pidamos a la Virgen que nos ayude también a nosotros a llevar la alegría de Cristo a nuestros familiares, compañeros, amigos, a todos. No tengan miedo de ser generosos con Cristo. ¡Vale la pena! Salgan y vayan con valentía y generosidad, para que todos los hombres y mujeres encuentren al Señor.
Papa Francisco. Eucaristía de la JMJ Río