14 septiembre 2013. La Exaltación de la Santa Cruz – Puntos de oración

Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.

Celebramos hoy la Exaltación de la Santa Cruz, la veneración de la Santa Cruz como trofeo de Pascua, camino de la victoria de Cristo sobre la muerte. Lo que antiguamente era considerado el mayor de los suplicios, el fracaso total ante una muerte escandalosa, reservada para los criminales, por Cristo se convierte en señal de salvación. Si Cristo es el camino, no cabe duda de que nuestra vida debe ser dirigida por el camino de la cruz, pero qué camino tan angosto. Ya nos lo dijo el Señor, el camino que lleva a la salvación es un camino estrecho, difícil. Incomprensible siempre, en todos los tiempos, porque para el corazón que no está convertido, que vive según las sugerencias de este mundo, la cruz se hace incomprensible, absurda. Pero, por otro lado, la cruz es una realidad que no falta nunca en la vida de cualquier hombre. Queramos o no queramos, la cruz sale continuamente a nuestro encuentro en el camino de la vida. En ocasiones porque nosotros nos las buscamos. Pero también, en otras ocasiones, aunque tratemos de esquivarlas, finalmente nos saldrán al encuentro.

Todos tenemos experiencias de cruz, de sufrimiento, nos rodea en nuestro día a día, nos afecta a nosotros o peor aún, a aquellas personas que queremos. Recuerdo cuando era pequeño y me tocaba semanalmente ponerme una inyección de benzetacil y, camino del practicante, mientras iba lloriqueando (dolían mucho esas inyecciones) me decía mi padre: ojalá me las pudiera poner yo por ti. Y es que es así, cuando uno ama y ve sufrir al que quiere, desea unirse con él en su sufrimiento o por lo menos compartirlo. Y ese es el amor a la cruz, el deseo de compartir el camino del Señor, pobre con Cristo pobre, despreciado con Cristo humillado.

Pero la realidad es la que es, el camino de la cruz no es un camino fácil. Sólo el amor suple el rechazo natural al sufrimiento. Pero es Cristo el que va primero en este camino. Y por eso mismo, este sufrimiento es señal de una esperanza de gloria, que también nosotros, los que pasamos por este valle de lágrimas, gozaremos con El en la vida sin fin. Las palabras de Cristo hoy en el evangelio son realmente consoladoras. Esto es el verdadero amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por él”. Este es realmente el auténtico motivo de felicidad de nuestra vida. Cristo crucificado es la salvación de nuestra vida. Gracias Padre por habernos amado tanto.

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