Podemos centrar nuestra oración en la realidad del bautismo. El tiempo de cuaresma nos invita a renovar nuestro bautismo. Además de acompañar a aquellos que habiendo entrado en el catecumenado esperan recibir el bautismo en la vigilia pascual, la Iglesia nos pide que renovemos la gracia de nuestro bautismo.
Las aguas del bautismo son como aquellas que saliendo del costado del templo vivificaban el mar muerto; así las aguas bautismales buscan sanear toda nuestra vida, la gracia de Cristo va curando nuestra vida dando frutos que saltan hasta la vida eterna. “El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios”.
El papa Francisco no se cansa de exhortarnos a ponernos en marcha, poner en práctica la gracia recibida en el bautismo, sacar las consecuencias prácticas de nuestra fe. Pidamos al Señor que se acerque a nosotros y nos diga como al paralítico “¡levántate… y echa a andar!