3 abril 2014. Jueves de la cuarta semana de Cuaresma – Puntos de oración

1. Como Moisés, somos PUENTES entre el suelo y el cielo

El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido”... Moisés trató de aplacar al Señor: Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia".

Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo (Exodo 32,7-14)

Bellísima escena en la que Moisés actúa como PUENTE entre la miseria del pueblo de Israel y la MISERICORDIA del Señor, que nunca falla. Nosotros también debemos ser PUENTES entre los que nos rodean y el Señor. La oración es el pilar, el cimiento que lo construye. Nuestra vida nos lleva a orar y orar nos lleva a la vida.

2. Como los israelitas, olvidamos a Dios, adoramos ídolos, pero Moisés sigue en la brecha

En Horeb adoraron una estatua de metal… Olvidaron a Dios, que los había salvado… pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme en la brecha

Salmo 106(105)

Pecado de idolatría por olvidar las maravillas del Señor. Moisés, el ELEGIDO, nos da ejemplo de seguir en la brecha. Cada uno de nosotros ha sido elegido para vivir fieles, perseverantes en una vida de santidad, sin dobleces.

3. Jesús nos brinda un testimonio irrefutable: del dicho del Padre a su hecho no hay trecho.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo… Si creyerais en Moisés, también creeríais en mí, porque él ha escrito acerca de mí (Juan 5,31-47)

El Señor nos invita a vivir lo máximo, lo más perfecto, más que Moisés, más que Juan el Bautista, su misma vida, la gracia, las OBRAS del PADRE. Más allá que los Mandamientos, las Bienaventuranzas, soy otro CRISTO, el que hace la voluntad del Padre.

¿Difícil? Para Dios no hay nada imposible. María está con nosotros en el sprint final de la Cuaresma.; todavía vivimos el resplandor de su fíat en la Encarnación. ¡Madre, sí, hágase, estar!

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