La lectura del evangelio de hoy es la pasión del Señor. La oración del viernes santo está marcada por unos tiempos que nos acompañan. Ayer, dejábamos al Señor en el monumento que se prepara después de los oficios del jueves. El sentido de este rato de oración es estar junto al Señor en esos momentos tan dolorosos. Primero en el huerto de los olivos; después de ser apresado, el momento de ser juzgado por la noche y condenado por blasfemo. Jesús pasa la noche en los calabozos del palacio de Caifás y necesita de nuestra compañía. Por último el juicio ante Pilatos y Herodes, la condena a muerte y la crucifixión y muerte del Señor.
Te propongo, en este rato, escuchar de labios de Jesús unas cuantas quejas que salen de su Corazón y aparecen en la Sagrada Escritura. Escúchalas pegadito al Corazón de su Madre para que puedas pillar todos los matices, porque Ella “conservaba y meditaba todas estas cosas en su Corazón”. Sólo te las enumero para que tú hagas las consideraciones oportunas.
- Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn, 1, 11)
- No había sitio para ellos en el mesón (Lc, 2, 7)
- No sabías que debía estar en las cosas de mi Padre (Lc, 2, 40)
- Dame de beber (a la samaritana) (Jn. 4, 4)
- No son diez los curados; los otros nueve, ¿dónde están? (a los diez leprosos curados)(Lc. 17,11)
- Por qué teméis, hombres de poca fe (durante la tormenta en el lago)(Mt. 8, 23)
- Jerusalén, Jerusalén, Cuántas veces he querido cobijarte como la gallina cobija a sus polluelos, pero tú no has querido (Lc. 13, 34). En (Lc. 19, 41) Jesús llora sobre Jerusalén.
- También vosotros, ¿me vais a dejar solo? (Jn. 6, 67)
- Muchas quejas contra los fariseos: (Mt. 23) (Mc. 8, 10)
- Queréis convertir la casa de mi Padre en cueva de ladrones (Expulsión de los mercaderes del templo) (Jn. 2, 13)
- No habéis podido velar ni una hora conmigo (a los discípulos en el huerto) (Mt. 26, 36)
- Si he hablado mal, dime en qué; y si no, ¿por qué me hieres? (Jn. 18, 23)
- Tengo sed (Jn. 19, 28)
- ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? (Mt. 27, 46)
Seguro que puedes encontrar más quejas doloridas en los evangelios; pero lo más importante es que las sientas dentro y al lado de la Virgen.