8 abril 2014. Martes de la quinta semana de Cuaresma – Puntos de oración

El cap. 8 del evangelio según S. Juan toca de lleno el enfrentamiento de Jesús con el judaísmo oficial. El tema principal de este enfrentamiento es sin duda la lucha acerca de la revelación y estrechamente vinculada a la misma, la cuestión acerca del lugar de la presencia de Dios. Es bastante significativo que tal enfrentamiento haya ocurrido en el templo de Jerusalén, el lugar de la presencia de Yahvé.

En el texto de hoy, Jesús habla de su marcha: "Yo me voy y vosotros me buscaréis y moriréis en vuestro pecado".

Se trata en primer término de la muerte de Jesús, de su ausencia completa del mundo.

Pero en realidad se trata a la vez de la partida de Jesús al Padre, y este es el aspecto positivo de la marcha, que desde luego sólo la fe puede reconocer. Y así, cuando Jesús se haya ido, se le buscará; para los incrédulos, sin embargo, tal búsqueda será inútil, porque no tendrán más que la ausencia más completa de Jesús; nada más.

"Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba; vosotros sois de este mundo. Yo no soy de este mundo". Estas palabras confirman la diferencia esencial que hay entre Jesús y el mundo, haciendo hincapié precisamente en el origen diferente. Jesús, el revelador del Padre, pertenece por completo a la esfera divina, a la que tiene acceso la fe, mientras que la incredulidad queda excluida de la misma. Y además por sí misma la incredulidad no puede superar su origen de "abajo". Lo cual significa que la inteligencia de la revelación está cerrada a la incredulidad.

"Si no creéis que yo soy, moriréis en vuestro pecado". Los oyentes morirán en su pecado si no creen que yo soy. Es muy importante este presente: "Ego eimi=yo soy" que aparece repetidas veces en S. Juan. Según los comentaristas todo parece indicar que la afirmación "yo soy" había que entenderla desde las afirmaciones semejantes de Yahvé en el A.T. y muy especialmente desde la famosa revelación del nombre divino de Yahvé a Moisés en la visión de la zarza ardiente (/Ex/03/14) que se traduce de esta forma: "Yo soy el que estoy aquí".

Y continuó: así hablarás a los hijos de Israel: "Yo estoy aquí" me envía a vosotros".

El mismo Jesús exhorta a los hombres a encontrar en él al Dios escondido, que aquí asegura el hombre su proximidad salvadora, su salvación. Quien escapa a esa proximidad salvadora, escapa también a la verdadera vida y cae en la muerte.

"Cuando levantéis al Hijo del hombre sabréis que yo soy". Este levantar al Hijo del hombre es la exaltación de Jesús mediante su muerte en la cruz. Con esta conexión establecida entre la cruz y la afirmación "Yo soy" queda definitivamente claro dónde hay que buscar y encontrar el lugar de la presencia salvadora de Dios: en Cristo crucificado.

-Con esta pregunta "¿Quién eres tú?" los enemigos de Jesús declaran que no han entendido la afirmación de Jesús acerca de su origen, ni tampoco su afirmación "Yo soy" . A esta pregunta no hay respuesta por parte de Jesús.

El problema de si Jesús es el nuevo lugar de la presencia de Dios, en el que Dios sale al encuentro del hombre dándole la salvación y la vida, no es un problema que puede resolverse con alguna prueba externa. Aquí se trata de la fe: del reconocimiento o no reconocimiento de esa presencia de Dios en Jesús. Por eso la pregunta de los judíos "¿quién eres tú?" lleve consigo la renuncia a creer. Y la respuesta de Jesús saca la consecuencia de todo esto cuando dice: "Después de todo ¿para qué sigo hablando con vosotros?" Realmente Jesús no puede decir acerca de sí mismo más de lo que ha dicho hasta ahora. Si los enemigos no quieren creer ni comprender, eso es cosa suya.

"Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros", es decir, podría desenmascarar con pocas palabras vuestra negativa a creer. Pero Jesús renuncia ahora a ejercer su función judicial. Ahora no hace más que decir al mundo lo que ha escuchado de su Padre y entre esas cosas se encuentra esta revelación: YO SOY: este es en adelante el lugar de la presencia salvadora de Dios: No es el templo, ni la ley.

"Cuando levantéis al Hijo del hombre sabréis que yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado".

La muerte de Cristo en la cruz no solamente es una revelación más de la cercanía salvadora de Dios, sino que es el punto culminante de ese acontecimiento revelador y salvador. Porque justamente esa elevación mostrará que Jesús puede decir con toda razón el "yo soy", ya que la cruz es el lugar en que se ha revelado al mundo de manera más plena y más aplastante el amor entrañable de Dios.

/Jn/03/14-16: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre... Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna".

Jn 19, 37. Y se cumplió la Escritura: "Mirarán al que traspasaron" para ser salvado hay que "mirar" -con el corazón-.Cristo levantado en la cruz.

ORACIÓN FINAL:

ORACIÓN DE SAN EFRÉN DE SIRIA (Doctor de la Iglesia. 306-373 – 18 de junio)

“Mi santísima Señora, Madre de Dios, llena de gracia, tú eres la gloria de nuestra naturaleza, el canal de todos los bienes, la reina de todas las cosas después de la Trinidad..., la mediadora del mundo después del Mediador; tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo, la llave que nos abre las puertas del paraíso, nuestra abogada, nuestra mediadora. Mira mi fe, mira mis piadosos anhelos y acuérdate de tu misericordia y de tu poder. Madre de Aquel que es el único misericordioso y bueno, acoge mi alma en mi miseria y, por tu mediación, hazla digna de estar un día a la diestra de tu único Hijo”.

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