Jesús exclama. Con sus palabras y su forma de hablar nos muestra que vive cada momento con intensidad; no deja pasar las horas sin sentirlas. Es Hombre de sentimientos profundos: Él observa y mira con ternura; Él habla con pasión y con razón; Él exclama, goza, sufre, ama...
Imitémosle.
Sus palabras se convierten en oración dirigida al Padre, y una vez que todo estuvo cumplido, la oración fue de acción de gracias.
Démosle gracias.
Démosle gracias por todo; fijémonos y fiémonos siempre de la actuación de Dios, porque “así le ha parecido mejor”; dejémonos moldear por la voluntad del Padre, Él es quien mejor nos conoce y sabe lo que necesitamos, sabe que le necesitamos: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”
Escuchémosle.
Cercanos a entrar en el mes de María, pidámosle sencillez y humildad para escuchar la Palabra que el Señor nos tiene preparada.