La Iglesia nos prepara en este quinto domingo de Cuaresma, cuando se acerca la Semana Santa, el tiempo más santo del año porque celebramos lo más importante de nuestra salvación que es Cristo que muere y resucita, el milagro de la resurrección de Lázaro.
Solo darnos cuenta de lo precioso que es este trozo de Evangelio y del que se puede meditar incansablemente por las enseñanzas que el Señor nos da en el mismo, no haría falta seguir leyendo estas orientaciones para hacer una buena oración, que es de lo que tratan estos puntos que se escriben para que todos los que se acercan a leerlos se sientan motivados a hacer una ardiente oración centrada en este tiempo de Cuaresma.
Primero, en la presencia de Dios: Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas en servicio y alabanza de nuestro Señor.
Segundo, recordar la lectura hecha o que hay que hacer antes de entrar en oración para tenerlo presente.
Tercero, composición de lugar: Betania, una casa a las afueras de la ciudad donde Jesús se retiraba para orar y estar con sus amigos Marta, Lázaro y María, la que le ungió con perfume los pies y le enjugó los pies con su cabellera. Qué gestos de reconocimiento de su dignidad. Cómo se tenían que alegrar cada vez que se acercaba a su casa a descansar y el trato que le dan. Las hermanas le han enviado un recado: “Tu amigo, Señor, está enfermo.” Al oírlo se pone en camino a pesar de las advertencias de los discípulos del peligro que corre. Pero es que cuando se trata de un amigo,… se pone en camino pronto, sin titubeos: “Lázaro, nuestro amigo, está dormido.” Hablaba de muerte, no de sueño… es para que creáis.
Al llegar le sale al encuentro Marta: “Si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. Pero aun ahora sé que todo lo que pidas a Dios te lo concederá.”
- Tu hermano resucitará.
- Sé que resucitará en la resurrección del último día
- Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí aunque haya muerto, vivirá; el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
Estas palabras que le dice Jesús a Marta son un imperio para nosotros, tienen la fuerza de una vida de entrega incondicional. Caminar con la seguridad que nos las dice a cada uno para no dudar jamás de Él, de esa vida nueva que nos vino a traer y aquí nos anuncia con este milagro de resucitar a Lázaro.
Cuarto: podemos contemplar la escena: a) desde el corazón de Jesucristo, su reacción al recibir el mensaje, al ponerse en camino a pesar de que se la está jugando, el encuentro con Marta, el encuentro con María, lo que les dice a los discípulos,… y pararme en aquello en lo que encuentre lo que estoy buscando, sin querer ir adelante, deteniéndome en aquello que más me llame la atención, sin prisa por seguir, pues no el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el gustar internamente de aquello que contemplo. b) Desde el corazón de Marta que presurosa sale a recibirle y el diálogo que se entabla entre los dos… sé que resucitará… yo soy la resurrección y la vida… Cómo lo diría Jesús, cómo lo escucharía Marta, cómo se le abrirían los ojos y se cruzarían con los de Jesús,… c) Desde el corazón de María: ésta se echa a sus pies, no tiene otra forma de encontrarse con Jesús, siempre por el suelo. ¡Qué buena postura, esta de postrado, ante el que es el Salvador, la salvación, que nos trae, el perdón, la misericordia! Qué gratitud sale de un corazón que se da cuenta del foso de donde le ha sacado. d) Jesús que llora viéndola llorar, se echó a llorar. ¡Qué lazos tan estrechos se han establecido en esta familia con el Señor, que llora con su dolor y este dolor, sollozando se llega a la sepultura y manda quitarla losa y a Lázaro que salga!
Hay que nacer de nuevo, hay que creer, regenerarnos a una nueva vida. El pecado nos da un cierto olor a podridos, sepulcros blanqueados. Junto a nosotros pasa el que tiene la vida, la quiere dar a todos, el que cree vivirá. Solo los que tienen experiencia de la muerte que produce el pecado pueden aceptar la vida que nos trae Jesús en este tiempo de Cuaresma. Solo los preparados la recibirán, como Marta, María y Lázaro. También los catecúmenos que se preparan en este tiempo reciben esta agua (3er domingo como la samaritana), la luz (como el ciego de nacimiento, 4º Domingo) y la VIDA (resurrección de Lázaro, 5º Domingo).
“Que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a Tu Hijo a dar agua a la Samaritana, luz al ciego y resucitar a Lázaro y a entregarse hasta la muerte por nuestra salvación”. Amén.