13 junio 2014. Viernes de la décima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Escúchame, Señor, que te llamo; 
ten piedad, respóndeme.

Tu rostro buscaré, Señor, 
no me escondas tu rostro.

Espero gozar de la dicha del Señor 
en el país de la vida

Un buen comienzo para la oración de mañana (con estos inicios de estrofa del salmo Sal 26,7-8a.8b-9abc.13-14). Tres verbos (escuchar, buscar, esperar). Son como tres tiempos (actitudes) en la oración activa (en lo que depende de nosotros).

La primera lectura nos presenta un poco de la vida del profeta Elías. Dice al Señor «Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.»

Buscar al Señor en la soledad de la montaña como Elías y esperar a que pase: «se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva».

Y Elías recibe la palabra del Señor: «Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey de Siria a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.». Es consolador saber que permanecer en la oración va a tener, como uno de sus frutos, la visita del Señor y una palabra suya para orientarnos en nuestro caminar.

Enlazando esta lectura con el Evangelio podemos pensar que quizás no nos persigan para matarnos (o sí). Quien sí nos persigue son nuestras pasiones y tendencias larvadas. En este evangelio dice que “el ojo, la mano” nos pueden hacer caer. Pero también puede ser la envidia, el afán de medrar, no complicarse la vida, la falta de fe, interés desmedido por “estar en el candelero”, culto al cuerpo y tantas cosas que sabemos de nuestro corazoncito.

“Más te vale perder un miembro que ser echado al abismo”. Palabra tremenda de Jesús. La verdad es que necesitamos “gracia” para decidirnos a “lanzar de sí toda afección desordenada”. Pero, a la luz de la Eternidad (de gloria o condena – que ser echado al abismo-), uno toma fuerzas, al menos para recomenzar siempre de nuevo.

Os dejo con el santo que mañana celebraremos. Muy querido y festejado por el pueblo.

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