Estamos terminando el mes de Junio dedicado al Corazón de Jesús. Durante este mes la Iglesia nos ha invitado a mirar al Amor y a su fuente: el Corazón de Cristo. Un momento privilegiado para mirar a Jesús y sobre todo, para dejarse mirar por Él es la oración de cada día. San Juan de Ávila nos recomienda prepararnos para este encuentro, así:
Preparación próxima: “buscar un lugar conveniente y apartado del bullicio… Desocuparse de todos los negocios y de toda conversación”.
Preparación inmediata:
1. Suplicar a Dios «que os hable en vuestro corazón con su viva voz, mediante aquellas palabras que de fuera leéis, y os dé el verdadero sentido de ellas».
Y el mismo Jesús nos recuerda lo que dijo a sus discípulos cuando le preguntaron por la manera de hacer oración: “Cuando oréis, decid: Padre…”
Meditación del Evangelio, Mt 7, 15-20
“Cuidado con los profetas falsos, esos que se os acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces” En el Antiguo Testamento, Dios había advertido a menudo que nos pusiéramos en guardia contra los "falsos profetas". Jesús dice que son semejantes exteriormente a los profetas auténticos: se visten con la capa de la buena doctrina y de la buena moral... por lo tanto son difícilmente reconocibles. Así el gran peligro para la Iglesia, generalmente no proviene de sus enemigos externos, fácilmente conocidos, sino de aquellos que aparentando una vida normal... son de hecho, "lobos" rapaces, incluso cuando pretenden hablar en el nombre de Dios.
“Por sus frutos los reconoceréis”: Jesús es realista. "Mirad y ved cómo actúan..." El verdadero valor de una persona se manifiesta por lo que hace. Por ejemplo, se puede hablar mucho de la Iglesia y no obedecerla prácticamente. Jesús se enfrentó durante toda su vida a los escribas y fariseos, que eran aparentemente gentes muy religiosas. La docilidad al Espíritu y la humildad son los frutos por los que se reconoce al profeta auténtico.
¿”Se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos”: ¡Un "buen" fruto! La calidad de una fruta depende de la calidad del árbol. Señor, transforma mi corazón para que sea como una ¡fruta buena! de la que puedan alegrarse y alimentarse los demás.
“Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos”: Es un buen criterio, para evaluar una acción, el considerar a la larga, sus resultados... ¿Cuáles han sido las consecuencias concretas de esta acción, de esta opinión?
“Todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego”: Nos recuerda la alegoría de la viña (Jn 15, 6...) donde Juan insiste en la unión con la vid para tener vida y dar fruto. San Mateo insiste sobre la urgencia de la conversión: el juicio de Dios está cerca. ¿Habremos sido un árbol sano? ¿Cuál habrá sido nuestra fecundidad? Esto es verdad para cada uno de nosotros, si no nos preocupamos de dar fruto para la vida eterna.
Podemos terminar hoy la oración así: Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Repítelo muchas veces, ahora y a lo largo de todo el día. Piensa que Jesús es el mejor de tus amigos, el incomparable, que nunca te fallará. Escucha los latidos de su Corazón que te dicen: fíjate en mí que soy manso y humilde. ¡Ven, no te quedes fuera! ¡No tengas miedo!