28 junio 2014. Inmaculado Corazón de María – Puntos de oración

Ayer celebrábamos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Y hoy, como no podía ser de otra manera, la memoria del Corazón Inmaculado de la Virgen María.

Dejándonos envolver en el amor de estos dos corazones tendríamos más que suficiente para nuestro rato de meditación. Porque la oración no es otra cosa que tratar de amor con aquel que sabemos que nos ama, como nos recuerda Santa Teresa de Jesús.

Ya en el año 1643 San Juan Eudes, fue el primer apóstol de la devoción a los sagrados Corazones de Jesús y María. Y comenzó a celebrar esta memoria a pesar de la gran oposición de los jansenistas.

El Papa Pío XII en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, consagraba el 8 de Diciembre, la Iglesia y el género humano al Corazón Inmaculado de María. Extendía esta esta fiesta litúrgica a toda la Iglesia latina, fijándola el día 22 de Agosto, octava de la Asunción de María a los cielos. Hoy ha sido acertadamente colocada al día siguiente del Sagrado Corazón de Jesús.

El Papa todo de María, San Juan Pablo II, declaró la conmemoración de naturaleza obligatoria.

Vemos cómo la Iglesia, a los largo del desarrollo histórico va colocando fiestas y celebraciones en los momentos más adecuados para alimentar e impulsar la piedad del pueblo cristiano.

Una sola idea debiera centrar nuestra oración en este día, y es la frase con la que concluye el evangelio que se proclama: “Su Madre conservaba todo en su corazón”

Repitiendo y haciendo eco de esta afirmación es como nos podemos adentrar en el conocimiento del Corazón de María y también en el de Jesús.

Conservar en el corazón es la clave fundamental de la vida interior para que, poco a poco, se vaya esclareciendo el misterio de Dios en nuestras vidas. Como le ocurrió a María en tantos momentos.

Conservar en el corazón nos hace:

  • Más contemplativos. Personas de vida interior
  • Pacientes en las circunstancias de la vida
  • Atentos a las luces que Dios va mandando puntualmente
  • Comprensivos con lo que nos pasa a nosotros y con lo que les ocurre a los demás.
  • Nos capacita para tener un corazón maternal: atento a lo que necesita el otro.
  • No precipitarnos ante las cosas que no comprendemos en el momento.
  • Estar atentos y dispuestos a responder adecuadamente en cada situación, próspera o adversa.

Conservemos en el corazón, como María la Madre de Jesús.

Corazón Inmaculado de María, ¡haz nuestro corazón semejante al tuyo!

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