17 junio 2014. Martes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

            El evangelio de este día nos cuestiona muy seriamente, sobre el lugar que ocupa el prójimo en nuestra vida cristiana. Fácilmente nos quedamos con una apreciación de los demás demasiado humana y poco divina... Jesús hoy nos lo recuerda en nuestro rato de oración, y nos lo concreta de un modo admirable:
            "Yo en cambio os digo:
            1. Amad a vuestros enemigos.
            2. Rezad por los que os persiguen.
            Es más, Jesucristo intenta darnos razones del porque nos habla así:
            1. El Padre de los cielos... ¿no hace salir el sol sobre buenos y malos...?
            2. ¿No manda Dios la lluvia sobre justo e injustos...?"
            Luego si Dios nuestro Padre se comporta así con todos nosotros, sin distinción, ni categorías.., ¿cómo vamos a actuar nosotros, de una forma diferente a como actúa El, si somos sus hijos y todos los hombres nuestros hermanos...?
            ¡La lección que se nos está dando, es magistral, transcendente y definitiva! ¡No habrá nadie en este mundo que pueda superarla…! Tan solo nos queda intentar vivirla con la mayor puridad posible, sobre todo cuando comienzan las dificultades, que las habrá..,  pues se nos pide la misma perfección de nuestro Padre que está en los cielos: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto..."
            Yo no sé lo que vosotros sentiréis al meditar este evangelio..., pero para mí, os lo aseguro, es todo un reto personal... Van pasando los años y los intentos por vivirlo no cesan, pero las realidades que cosecho suelen ser pobres y limitadas... Estoy totalmente de acuerdo de que hemos nacido para amar y para ser amados…, pero la realidad cotidiana es que nos amamos más que amamos.
            Por eso es necesario recurrir a la súplica humilde y confiada a nuestro Padre Celestial: Señor mío y Dios mío, tú que nos mandaste ser perfectos en la relación con nuestros prójimos, concédenos la gracia de serlo con tu ayuda y socorro. No nos abandones ante nuestras pobres y limitadas fuerzas, no te conformes con nuestros buenos deseos, concédenos las gracias necesarias para que nuestra vida sea un fiel reflejo de la tuya....
            Y entonces, sí conseguimos ser capaces de amar a nuestros enemigos, y de rezar por los que nos persiguen, de la forma en que Jesucristo lo pide  lo hizo...Nos daremos cuenta de que no somos nosotros, sino que es El en nosotros y nosotros en El, quienes lo vivimos...
            Dios nunca pide lo que no podemos dar.., luego podremos darlo, si nosotros se lo pedimos con humildad y confianza...
            ¡No amemos solo a los que nos aman...! ¡No saludemos solo a nuestros hermanos...! Pues entonces, ¿qué mérito tendríamos...? ¿qué estaríamos haciendo de extraordinario...?"
            Hoy y siempre, el Evangelio cuestiona nuestra  vida. Yo espero salir de la oración de este día no solo convencido..., sino también decidido..., a correr el riesgo de amar al prójimo como Jesucristo lo ama... ¿Hasta dar la vida? Ojalá que así sea...


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