16 junio 2014. Lunes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Mt 5, 38 – 42
Al empezar la oración hay que pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios consciente de ante quién estoy y de qué voy a hacer para que ese encuentro con Él solo sea como todo el día, ordenado en su servicio y alabanza.
Al leer este pasaje del evangelio podemos pensar ¿se puede actuar en nuestra sociedad según el mensaje de Jesús? Sin duda que se puede, pero sabemos el precio que debemos pagar aquí, pero también debemos tener muy claro cuan será la recompensa posiblemente aquí, pero sin lugar a duda que tendremos la que Jesús nos prometió; la vida eterna.
El pasaje evangélico de hoy es difícil y molesto, casi imposible diríamos. Nos podemos sentir incómodos leyendo este pasaje. Al vernos tan lejos del ideal que nos presenta Jesús podemos pensar que Jesús es un iluso que ignora que llevamos dentro la ley del talión que nos hace proclives a la venganza. Precisamente porque lo sabía, nos propone hoy un camino de felicidad, no mediante la pasividad, sino por la fuerza activa del perdón y del amor.
El consejo que Jesús nos da en este pasaje del evangelio tiene aplicación en cualquier circunstancia de nuestra vida porque estamos siempre acosados por la injusticia y la revancha. Las reclamaciones por lo que cada uno consideramos nuestros derechos es constante, tanto a nivel laboral, familiar, de amistad. Jesús no nos propone simplemente un norma de resignación o un apocamiento ante la violencia. Cristo no niega a sus discípulos sus derechos, pero nos pide que el nivel del amor debe primar sobre el nivel del derecho. Para ello es necesario que Jesús con su gracia nos lo alcance por no estar al alcance de nuestras fuerzas. Para Dios nada hay imposible.
Hoy como ayer hacen falta testigos rebosantes de amor a amigos y enemigos, aunque en ello les vaya la vida. Perdonar y amar gratuitamente nos resultará imposible si no vivimos habitualmente en el Corazón de Jesús, como clima ambiental de nuestra vida cristiana. Devolver bien por mal, querer a los demás a pesar de que nos persigan, amar fondo perdido, es el amor más grande y auténtico, el que Cristo practicó y nos enseñó, es el amor que hace creíble el evangelio.

Al terminar nuestra oración pidamos al Corazón de Jesús y a su Madre que nos alcance la luz del Espíritu Santo para que en todo momento sepamos dar su valor a las cosas y sirvamos al único Señor que nos puede dar la felicidad completa y eterna.

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