Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
En la oración de este día te propongo que reflexiones sobre la confianza en el Señor, al hilo de lo que nos dice el Evangelio de este día. Puede que en la vida estés pasando una época complicada, que te vayan las cosa mal, puede que “se te venga el mundo encima”; no te preocupes, no te agobies y ten confianza en el Señor ya que él nos cuida y nos da lo necesario para cada día, como le pedimos en el Padrenuestro “danos hoy nuestro pan de cada día”. No decaigas, ten ánimo, porque si Dios se preocupa de dar de comer cada día a unos pequeños pajarillos y viste precioso a solo unos lirios, cómo no va a ocuparse con todo cariño a la mayor obra de la Creación que eres tú, el hombre, hecho a su propia imagen y semejanza, su criatura más preciosa. Fíate del Señor y persevera en su amor y no tengas miedo, porque estás en sus manos.
Para vivir esto y confiar, es necesario creer en la providencia divina por la cual Dios nos da lo mejor para cada uno de nosotros y lo que más necesitamos para nuestra salvación y no te abandona.
Por estas dos cosas, la confianza en el Señor y la providencia divina, no debemos tener miedo de nada, como ya nos indicaba San Juan Pablo II con su ¡No tengáis miedo!, porque Dios te ama. No tengas miedo por el futuro, porque aún no ha llegado y no sabes cómo será y por lo tanto preocuparse por él es absurdo. Al contrario, ¡vive el momento presente! y santifícate en el ahora. Vive el momento presente y ahora que estás rezándole, en silencio, háblale, Él ya sabe lo que más necesitas. Dios proveerá.
Al final de la oración pídele a la Virgen que te cuide y pide la intercesión de San Luis Gonzaga, patrón de la juventud cristiana, cuyo santo celebramos hoy.