De nuevo en este día, el texto del
Evangelio nos interpela sobre unas cuantas cuestiones vitales para nuestra vida
de bautizados coherentes.
Después de ponernos en la presencia del
Señor y ofrecer todo el día por todas las personas con las que nos encontremos
hoy, ante las propuestas que Jesús nos hace ¿cuál es nuestra respuesta?
“Es inevitable que sucedan escándalos;
pero ¡ay del que los provoca! Al que
escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran al cuello una
piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado”.
¿Me encuentro yo entre esas personas que
son causa de de escándalo, y que afecta de manera especial a los más pequeños?
Puedo dar escándalo por mi manera de comportarme, en público y en casa.
¿Controlo las palabras, digo siempre la verdad? ¿Cumplo en el trabajo con mi
deber o me aprovecho indebidamente de algo en la empresa, ya sea privada o
estatal?
¿Asisto a espectáculos poco decentes o
colaboro con ellos? El Señor nos advierte: “¡Tened cuidado!”.
Ahora las palabras del Señor en el
Evangelio nos proponen ser buenos educadores entre los compañeros y con nuestra
familia. Tener paciencia y caridad cristiana:“Si tu hermano te ofende,
repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces al día
y siete veces vuelve a decirte: “lo siento”, lo perdonarás. Esto es lo que hace
cada día con nosotros el Señor.
Hay un autor polaco. S. Biela que titula
un libro “Los dos pilares, gratitud y contrición”.
Es fenomenal para entender lo que hoy
nos propone el Evangelio. Sólo seremos agradecidos y estaremos dispuestos al
perdón, cuando realmente vivamos con sencillez, cuando nos bajemos del
pedestal al que nos hemos subido.
Y por último nos unimos a los apóstoles
y le pedimos a Jesús ante nuestra incapacidad de personar que nos aumente la
fe.
El Señor contestó y me contesta a mí en
este día: “Si tuvieras fe como un granito de mostaza, dirías a esa
morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y te obedecerá”.
Pidamos al Señor en este rato de oración:
Que mi vida no sea causa de escándalo,
sino que se convierta en luz para los que viven sin esperanza.
Que sepa reprender con caridad y siempre
perdonar. El Señor nunca se cansa de perdonar con tal de que nos acerquemos con
sencillez y en verdad.
Que nos aumente la fe. Así descubriré
que todo lo que me suceda en este día tiene sentido y es para mi bien.
Pidamos a María que nos de la fortaleza
necesaria para ser testigo de la verdad, perdonando siempre y comunicando
alegría y esperanza.