Hoy celebramos la fiesta de la dedicación de las basílicas de san Pedro y san Pablo y puede ser motivo de nuestra oración, además del texto del evangelio que también es muy sugerente.
Nos ponemos en la presencia del Señor antes de comenzar nuestra oración y le pedimos que esté cerca de nosotros; queremos conectar de una forma muy especial.
La Iglesia celebra de una forma especial la dedicación de algunas iglesias que han sido importantes en la historia del cristianismo; pero en realidad celebra la dedicación de tres casas: La primera es el templo material; es lógico dedicar a Dios el lugar donde los cristianos nos vamos a reunir para celebrar, donde vamos a recibir el Sagrado Cuerpo del Señor, donde vamos a rezar todos juntos muchas veces.
La segunda casa que celebramos es el pueblo de Dios, la Iglesia de Dios con sus personas, buenas y malas, santas y pecadoras; reunidos bajo un solo pastor: el obispo.
La tercera es el alma de todo cristiano en gracia de Dios que ha llegado a ser templo del Espíritu Santo.
Cuida con verdadero cariño la casa de Dios en cualquiera de estas tres facetas y celebra esta fiesta con alegría.
En un segundo momento de nuestra oración, te animo a imitar a Zaqueo en cuanto a la alegría y espontaneidad con la que recibe a Jesús. Recibe hoy a Jesús en la Eucaristía de una forma especial; prepara tu corazón con una buena confesión que limpie tu casa y haga de ella un lugar digno de recibir al maestro. Y si te atreves, antes de terminar este rato de oración haz un compromiso tan serio como el que preparó Zaqueo: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.”
Mójate con un buen compromiso de vida antes de salir de la capilla hoy, y pídele a la Virgen ayuda para conseguirlo.