1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
2. Petición. “Mueve Señor los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a tu gracia, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por Jesucristo nuestro Señor” (Oración colecta de la misa).
3. Puntos para orar: en la lectura del libro del Apocalipsis de hoy, los elegidos cantan al Señor “el cántico de Moisés”. Podemos unirnos a ellos en nuestro rato de oración repitiéndolo despacio en nuestro interior una y otra vez. “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, ¡Oh Rey de los siglos! ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú sólo eres santo; porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos”.
Pedimos al Señor nos haga partícipes de sus sentimientos de gratitud ante su misericordia y el espectáculo de su bondad y de su justicia que se manifestará ante todos los hombres. Avivar nuestra esperanza. Confiamos en que lo que nos describe el Apocalipsis, un día, por la misericordia de Dios, será visible a nuestros ojos resucitados. Pedir que todos le conozcan y nadie tengamos que enrojecer cuando venga a dar a cada uno según sus obras.
En el evangelio de hoy Jesús nos avisa de que vivir su mensaje lleva aparejada la persecución. Es algo que viene con el ser cristiano. No es optativo. Ha sido así en todos los tiempos. Nuestra lucha no es contra la carne o la sangre sino contra las potencias del mal que lucharán contra Dios y su Mesías y contra la Iglesia durante toda la historia. Y hoy en día lo vemos en las noticias cada día. En España y fuera. Los cristianos somos ridiculizados, perseguidos y asesinados con saña diabólica. Y el que persevere hasta el fin se salvará.
4. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con Jesús, Avemaría a la Virgen.
5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.
6. Repetir a lo largo del día como jaculatoria con corazón agradecido: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Omnipotente”