En la liturgia de este día, el Aleluya que recitamos antes de proclamar el Evangelio de san Lucas, es: “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.
Después de ponernos en la presencia del Señor, ayudados por la cercanía de María, recitar este texto breve: “levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Puede ser motivo para saborear con paz, sin prisas, este deseo.
Es una invitación apremiante, es un mandato, un imperativo. ¡Levantaos! Si me empeño en vivir escondido, agazapado, a ras de tierra, no me levantaré, ni me pondré en marcha. Si estoy esperando es mapa ponerme en camino, levantaré la mirada hacia un mundo nuevo. Hacia la salvación completa. Todos esperamos. Mi espera tiene que ser dinámica. Estoy esperando a Alguien. A una persona, que me ha dicho hace unos días que Él, el “el camino, la verdad y la vida”
“Alzad la cabeza”. Quizás no damos importancia el poder caminar erguido. Es lo propio de las personas. Es muy penosa la posición de la mirada siempre dirigida al suelo, o por una enfermedad, como aparece en el evangelio o lo más corriente, porque pocas veces levantamos la mirada al cielo. Elevar la mirada nos ayuda a vivir con esperanza, hasta llegar al encuentro definitivo con Cristo nuestro libertador y salvador.
Pues nuestro rato de oración es para recuperar tiempos perdidos mirando demasiado al suelo, o al propio ombligo. Una vida sin horizontes. Sin esperanza de eternidad.
Este texto nos pide que seamos capaces de levantar la cabeza al cielo y mirar a los ojos de las personas para que se entable una relación de cercanía, de salir de mí y vivir para… Y como la mirada de cualquier persona orienta hacia el interior, al misterio, sin duda nos ayudará todavía a elevar más la mirada. Una mirada al cielo, trascendente. Una mirada que busca y encuentra respuestas. La liturgia de estos días cuando finaliza el año litúrgico encontramos textos que nos acercan al cielo. Cristo se hace el encontradizo, viene a la tierra. Es la Encarnación, el nacimiento del Hijo de Dios.
Que no nos encuentre dormidos, como la vírgenes necias, desprevenidos. Debemos prepararnos para la liberación. Se “acerca nuestra liberación”.
Santa María de la Esperanza. Enséñanos a vivir:
- Levantándonos cada día, viviendo en espera.
- Con la cabeza y la mirada vuelta a los hombres y fija en el cielo.
- Ya se acerca, pronto, muy pronto, nuestra liberación.