12 marzo 2016. Sábado de la cuarta semana de Cuaresma – Puntos de oración

Hemos iniciado esta semana una lectura continua del evangelio según san Juan. La selección de textos pone de relieve el dramatismo de la relación de Jesús con los “judíos”. Esto debe ser entendido desde la perspectiva del escrito de este evangelio que vive una situación de distancia del judaísmo con una comunidad cristiana bien afianzada con identidad propia y diferenciada del judaísmo. “Judíos”, por tanto, son la posición oficial de las autoridades del tiempo de Jesús y sus secuaces que lo llevaran a la cruz, suplicio ejecutado por las autoridades romanas. Los sinópticos hablan más bien de fariseos, herodianos, sumos sacerdotes, escribas, ancianos; es una posición más cercana a los hechos. Sin embargo, en la lectura de hoy nos presenta un fariseo amigo de Jesús, Nicodemo; este fariseo aparece varias veces en el evangelio de san Juan como discípulo secreto de Jesús. San Juan suele presentarnos junto a grandes discursos detalles históricos muy precisos. No dejemos pues que el lenguaje nos condicione llevándonos a conclusiones que el autor no pretende. Judío fue Jesús como María y José, judíos los apóstoles y judíos los primeros cristianos y actualmente muchos judíos de raza son cristianos. Oremos para que se cumpla la profecía de san Pablo y crean todos en Jesucristo como santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edit Stein), Alfonso de Ratisbona y tantos otros
Para afrontar la pasión del Señor en nuestra oración nos puede ayudar Nicodemo. Nos podemos sentir identificados con él en muchas situaciones de nuestra vida cuando vemos las cosas claras y tenemos que afrontar la contradicción de los demás poniendo en conflicto nuestra propia conciencia sin saber cómo actuar.
La oración nos puede dar fuerza para ser fieles a nuestra conciencia y obrar de la manera más provechosa, poniendo la confianza en Dios: “Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón”.

La primera lectura pone de relieve el sufrimiento del justo, un tema constante en la biblia. Jesús se vio así acechado por sus enemigos y llamado a realizar la misión que el Padre le había encomendado.

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