Vamos caminando hacia la
Pascua. Para ello tenemos que acompañar a Jesús en el desierto. En los momentos
difíciles de la vida de San Francisco de Asís, uno de los hermanos le dice a
Francisco: ‘Piense en Jesús
resucitado’. Francisco le dice: ‘No
se puede pensar en la resurrección sin pasar por la pasión.’
Nos dice el profeta Isaías: “En tiempo de gracia te he
respondido, en día propicio te he auxiliado. ¿Puede una madre olvidarse del
hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidará, yo no te olvidaré.”
Hemos celebrado el fin de semana las
24 horas para el Señor. Participé en algunos turnos de vela. Uno de ellos
lo dirigían jóvenes. Estábamos unas treinta personas. Jóvenes unos 12. El día
anterior había una fiesta universitaria donde participaban unas 6000 personas.
Me decía ‘Qué ambientes más
difíciles. ¿Dónde buscan los jóvenes la felicidad?’
El Salmo nos dice: “El Señor es clemente y
misericordioso. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en
todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo
invocan sinceramente.”
El evangelio: “Mi padre sigue actuando y yo
también actúo. Creed también en mí. Si creéis en Dios, creed también en mí.” Ver a Jesús como salvador, en
quien sucede el paso de la muerte a la vida: LA PASCUA
TE PROPONGO ESTAS CINCO REGLAS
PARA ESTA CUARESMA
1.
Acéptate tal como eres, y acepta al otro tal como es, y acepta la situación tal
como se presenta. Aceptarse a sí y a los demás es aceptar la voluntad de Dios.
2.
Perdónate y perdona a los demás, y perdona las circunstancias adversas. El
perdón es humilde, es paciente, es comprensivo y es liberador. Una vez
perdonados, nos sentimos liberados.
3.
Valórate. A veces, a fuerza de querer ser humildes, terminamos siendo injustos.
Y si alguien no nos solicitara o reconociera o aplaudiera, no sabríamos lo que
éramos.
4.
No te compares. Las comparaciones son fuente de inquietudes y tristezas. Si
deseas compararte, hazlo con Cristo, porque Él es tu norma, tu canon y tu
medida; compárate a Él para ajustarte en todo, para llegar a conseguir la talla
y la imagen que Dios tiene pensada para ti.
5.
Ámate. El amarse a sí mismo no es pecado, sino virtud. Puedes amar al otro como
a ti mismo, porque el otro es una continuación de ti, y aún podrás amarlo más
que a ti mismo, porque el otro es una prolongación de Dios. Y como en el otro
estás tú también se cumple la paradoja, que el que se pierde se gana, y el que
se olvida se encuentra. Todo es victoria del amor.
Como cosa práctica en este año de la
misericordia repetir: ‘¡Señor!
¿A quién puedo invitar a que goce del perdón de la misericordia?’ Preséntalo a Jesús en este rato de
oración, y pide a la Virgen por los jóvenes.