LA APARICIÓN DE JESUS A SU MADRE
Al iniciar la oración es conveniente
comenzarla con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud
interna del conocimiento del Señor, siendo consciente de qué es lo que voy
hacer y ante quién lo voy hacer.
El silencio de los evangelios sobre la
aparición del Resucitado a su Madre es, desde el principio, explorado por la
“inteligencia de la fe” de la comunidad creyente, testimoniada con gran
riqueza, sobre todo en la Iglesia oriental.
San Ignacio recogiendo la tradición de
esta “inteligencia de la fe” (la Escritura supone que tenemos entendimiento)
(299) nos invita a entrar en ella meditando el misterio y explorar su sentido
Pascual por medio de la participación de María en la alegría Pascual de su
unión con Cristo.
El autor judío Shalom Asch en su libro
“María, madre de Jesús” (1951), describe la primera aparición de Jesús a su
Madre: “De repente el cuerpo de Myriam se estremeció. Vieron (los apóstoles)
que sus ojos se dirigían a un punto del espacio, abiertos y mudos sus labios
(...) vieron su sonrisa, sus ojos arrasados en lágrimas. Extendió sus manos
temblorosas y de sus labios sonrientes salieron, dulce, tiernamente, las
palabras familiares: Tinoki, tinoki –Mi niño, mi niño- (...) Los discípulos
oyeron la voz que tan conocida les era: Shalom alei’hem -La paz sea contigo,
madre-”.
Este pasaje literario de un autor judío
prueba al mismo tiempo la continuidad de la tradición y la delicadeza que hace
falta para comprender la historia de esta aparición a la Virgen y para
contemplarla.
Ya san Efrén en el siglo IV escribe: “igual
que la Virgen María estaba presente en el primer milagro de su hijo, así
también, Ella recibió las primicias de la salida de los infiernos”. El que dude
de esta aparición a la Madre, Jesús les podrá reprochar como a los dos de Emaús
¡que necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿También
vosotros estáis sin entendimiento?
Os propongo hacer esta meditación que
Ignacio presenta al inicio de la 4ª semana:
1º punto Pedir la gracia a Dios Nuestro Señor para que mis intenciones,
acciones y operaciones sean ordenadas en servicio y alabanza a su Divina
Majestad (ponerse en la presencia de Dios).
2º punto Hacer la petición de lo que quiero en esta contemplación: la gracia
para alegrarme y gozar de tanta gloria y gozo de Cristo resucitado
3º punto Es ver las personas (Jesús y María) oír lo que hablan, mirar lo que
hacen, cómo se manifiesta su divinidad para que yo saque fuerzas en los
momentos oscuros de mi caminar.
4º punto Terminar con un coloquio con Jesús Resucitado y con su Madre.