Hoy, 12 de
octubre es el día de la Fiesta nacional de España y coincide litúrgicamente con
la festividad de la Virgen del Pilar.
Comenzamos
nuestra oración recitando o mejor, si se sabe y se puede, cantando algunos de
los versículos del salmo de hoy, Sal 26,1.3.4.5. Repetir sin prisas algunos
versículos, saboreándolos como se hace con los buenos vinos, con los ricos
manjares. Esto nos ayudará a centrar nuestra atención en Dios, en el tema de la
oración, en lo que buscamos. Los salmos no hablan al corazón y lo hacen de las
cosas que nos preocupan, de nuestra vida, de las alegrías y los dolores. Al
orar con los salmos imitamos a Jesús en una de sus formas preferidas de
oración.
El Señor me ha
coronado, sobre la columna me ha exaltado.
El Señor es mi
luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la
defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Según la
tradición, María, la madre de Jesús, en carne mortal, antes de ser asunta al
cielo, por el año cuarenta se le apareció sobre una columna al apóstol Santiago
el Mayor en algún lugar de lo que ahora es Zaragoza. María vino a España para
fortalecer la fe de Santiago que desanimado dudaba de la conversión de esta
tierra. El apóstol quedó confortado con la presencia maternal de María y junto
con otros siete convertidos edificaron una pequeña capilla y en ella colocaron
“el Pilar” o columna sobre el que había estado la Virgen.
Desde entonces
no ha faltado la especial protección de la Virgen en esta querida España y en
todas las naciones a las que llegó la fe en Jesucristo tras el providencial
encuentro de Colón con los pueblos de América el 12 de octubre de 1492.
Si un ejército
acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran
la guerra, me siento tranquilo.
Él me
protegerá en su tienda el día del peligro;
me esconderá
en lo escondido de su morada,
me alzará
sobre la roca.
¡Qué
consoladora es esta oración en estos momentos! Precisamente ahora en que está
en peligro la unidad de España. Cuando la convivencia fraterna, en paz y
armonía; respetando las legítimas diferencias entre pueblos, está amenazada por
la desunión y la discordia. Pidamos a la Virgen en este su día por la unidad de
España, para que se apiade de nosotros y nos una bajo su manto de madre y
reina.
En el
Evangelio de la misa se nos recuerda a aquella mujer que levantó su voz entre
el gentío para piropear a la madre de ese gran profeta que había aparecido,
Jesús de Nazaret: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que
te criaron.
El hecho de
ser la madre biológica de Jesús es ya una honra, una enorme alegría y un
inmenso orgullo para cualquier mujer, pero con ser esto muy grande, no es lo
más importante, al menos en el caso de María. Y es el mismo Jesús el que lo
dice: Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la
cumplen.
Esta es una
bienaventuranza universal, para todos los que con fe y amor acogen, como
María, a Cristo en su vida; y lo siguen, lo adoran, lo dan a conocer y
conforman su vida a Evangelio. María por acoger la palabra de Dios y cumplirla
es la primera discípula y misionera de la Iglesia. Es modelo perfecto de
santidad para todos los cristianos, prototipo del pueblo de Dios.
Podemos
terminar con una oración de agradecimiento a María, Madre de Dios y madre
nuestra. Agradecimiento por acoger la fe y proclamarla. Por todo lo que ha
hecho por nosotros, por nuestra gente, por nuestros pueblos. Por la unidad y la
concordia entre todos superando las legítimas diferencias.
Oración final
a la Virgen del Pilar:
Pilar sagrado,
faro esplendente,
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
Cantad, cantadrico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
himnos de honor y de alabanza.
Cantad, cantad
a la Virgen del Pilar.