20 octubre 2017. Viernes de la XXVIII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Una vez que ya nos hemos puesto en presencia de Dios pidiendo la asistencia del Espíritu Santo, podemos repetir al Señor lentamente y varias veces: “Jesús en Ti confío, Jesús en Ti confío, …”.
En la oración te propongo contemplar la antífona del Salmo responsorial de la Misa de hoy: “Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación”. Con sólo mirar a nuestro alrededor y contemplar desde la fe los acontecimientos convulsos que estamos viviendo estas últimas semanas en España, podemos adivinar que el egoísmo de algunos, en definitiva, el pecado, se está imponiendo día a día en nuestra sociedad, lo que al final está provocando inseguridad, desconfianza y miedo. Las decisiones políticas injustas impulsadas por unos pocos acaban llevando a las personas a someterse y a ver como algo normal todo lo que sucede y por consiguiente, provocando la falta de libertad. Como cristianos debemos estar siempre abiertos a acoger a los demás, a comprender, y a procurar reconstruir con nuestros actos la unidad, la concordia y la comunión entre los hijos de un mismo Dios. Una comunión que se logra desde el perdón, a ejemplo de lo que nos decía San Juan Pablo II al comienzo del milenio: “no hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón”. Dios es nuestro refugio y no debemos temer. No debemos temer porque como dice el Evangelio de la misa de hoy: “¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones”. Dios no nos abandona y aunque nos toque vivir momentos difíciles, Él permanece junto a nosotros. Debemos dar testimonio con nuestra alegría y positividad, siempre basada en que Dios todo lo puede y no nos abandona, porque esa es la clave para alcanzar la unidad de todos los hijos de Dios, aunque estén enfrentados y las posturas no sean aparentemente irreconciliables. Que seamos instrumento de paz como San Francisco de Asís nos ayuda con su oración tan conocida:
Señor, haz de mí un instrumento de tu Paz
Donde haya odio, ponga yo el amor.Donde haya ofensa, ponga yo el perdón.
Donde haya duda, ponga yo la fe.
Oh Señor, que yo no busque tanto
Ser consolado, sino consolar,Ser comprendido, sino comprender,Ser amado, sino amar.
Haz de mí un instrumento de tu paz.
Donde haya desesperación, ponga yo la esperanza.
Donde haya tinieblas, ponga yo la luz.
Donde haya tristeza, ponga yo la alegría.
Haz de mí un instrumento de tu paz.
Porque es perdonando como se es perdonado,
Porque es dándose como se recibe,Porque es muriendo como se resucita a la vida eterna. 
Recemos por la paz y la concordia de todos los españoles, y por la conversión de nuestros corazones. Pedimos especialmente la intercesión de la Virgen María nuestra Madre, para que proteja a España de la desunión.

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