25 octubre 2017. Miércoles de la XXIX semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
La oración de hoy la haremos en base a las imágenes poderosas del salmo responsorial. Es una oración para recordar el paso de Jesús por mi vida.
Pensemos en las aguas turbulentas y arrolladoras.
¿En qué momentos de mi vida he estado zarandeado por las aguas turbulentas, las que me sumergen del todo, pero consigo sacar la cabeza y me vuelven a sumergir? Estaba en una empresa, pero me difamaron y aportaron pruebas falsas (o por mi pecado) Estaba casada y con tres hijos, pero tonteaba con el vecino, me decía cosas tan bonitas, me hacía sentirme tan importante… y me daba cuenta de que iba mal y eludía un contacto, pero luego le llamaba por teléfono, ya casi era en público, ya casi… En fin: tú tienes tus cosas como yo las mías. Pensamos en ellas y en cómo nos libró el Señor. Si tuvimos siempre confianza acordándonos de lo de los lirios del campo que visten mejor que Salomón o si creíamos que nos ahogábamos y punto final.
Ahora damos un repaso a las imágenes con base en María. Cuando las olas espumantes… de la miseria económica se ponen de manifiesto dando a luz con un marido en paro absoluto. Huyendo en la noche a otro país, y sin dejar rastro (parecido a las pateras de ahora) y puedes pensar en algunas otras escenas de María.
También se puede aplicar a Jesús lo de las olas espumantes y el torrente. El momento más fuerte es el del huerto de los olivos, donde le rodean las olas de nuestros pecados y le sumergen varias veces. Él intenta apoyarse en el tronco de la amistad con sus discípulos…
Lo de la trampa es otra cosa. En la foto hay una trampa casera en un patio urbano de suelo de cemento. La del salmo está escondida en el campo. La puso un cazador para matar y comer. El pajarillo ha caído, se revuelve bajo el peso de las tablas, está a punto de fallecer, pero se rompe algo de la trampa y escapa volando. Ahora me miro a mí mismo.
Luego a la Virgen, por ejemplo, con su hijo perdido desde hace tres días, y ya sin esperanzas.
Luego a Jesús. Aunque lo había anunciado varias veces, pero había caído en la trampa había y Él no solo estaba dentro, sino que estaba muerto. Ya se había acabado todo. No tiene sentido hablar de escapar. Pero el salmo y Dios son otra cosa. Es como si se produjese el cambio a una cuarta dimensión donde ni siquiera hay trampas que cierre ningún paso y donde la vida del pajarillo, es nueva y mucho mejor.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

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