Purifico mi oración antes de comenzar,
le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí
mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”. Que
no me preocupe dedicar una parte extensa de mi oración en este primero momento,
en pedir al Espíritu Santo que sea Él quien haga en mí la oración, pues no
puede ser algo a mi medida, trabajado desde mis fuerzas. Es necesario abrirse a
la novedad de Dios sin reservas.
Dos luces en las lecturas de hoy:
Evangelio:
· ¿Cuántas veces hemos pensado que si otros hubieran recibido lo que a
nosotros se nos ha regalado, mucho más habrían aprovechado… Igual que Tiro y
Sidón, personas con menos recursos, pero de gran generosidad para con Dios,
ponen en evidencia nuestro ahorrarnos en el seguimiento del Señor y en el
servicio a los hermanos.
· Vestidos de sayal, sentados en ceniza: la conversión rinde el corazón de la
persona ante Dios. Lo hace humilde, consciente de su pobreza (sentado sobre
ceniza), lo viste de pobreza (sayal), y renueva su alegría. Pedir la gracia de
sentir interiormente el amor de Dios para más amarle, para menos fijarnos en
nosotros mismos. Es necesario elevar la mirada, dejar de entristecerse por la
propia miseria, y aceptar el amor de Dios sin reservas.
· Mediaciones: quien a vosotros… a Mí…; quien a Mí… al que me ha
enviado… Termina el Evangelio de hoy con un juego de palabras que hace
pensar que la fe no puede ser algo intimista, cerrado a los demás, vivido y
construido por uno mismo para sí mismo. Dios es Trinidad, y nosotros también
debemos ir creciendo hacia una fe trinitaria. Contemplar a Jesús hablando de su
Padre. Ser su Hijo muy amado, es el motor que mueve toda su vida. De igual
forma, sabernos hijos amados de Dios debe ser el verdadero núcleo de nuestra
fe.
Reflectir sobre uno mismo, sacando
provecho de todo lo contemplado. El seguimiento del Señor no es complicado,
pero supone no dejar nada fuera, supone actualizar todo aquello que vivimos, y
ponerlo en su Presencia. Y vivirlo como Él. Y vivirlo junto a Él.
Ya lo decía Benedicto XVI, al
concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de
2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es
otra cosa que,
en la noche del mundo,tocar la mano de Dios y así, en el silencio,escuchar la Palabra, ver el Amor.
en la noche del mundo,tocar la mano de Dios y así, en el silencio,escuchar la Palabra, ver el Amor.
No terminar la oración sin hacer
el examen, recogiendo el fruto del encuentro de hoy con el Señor:
dónde me esperaba, qué palabra tenía hoy para mí, cómo toca a mi vida…