6 octubre 2017. Viernes de la XXVI semana del Tiempo Ordinario – San Bruno – Puntos de oración

Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”. Que no me preocupe dedicar una parte extensa de mi oración en este primero momento, en pedir al Espíritu Santo que sea Él quien haga en mí la oración, pues no puede ser algo a mi medida, trabajado desde mis fuerzas. Es necesario abrirse a la novedad de Dios sin reservas.
Dos luces en las lecturas de hoy:
Evangelio:
·         ¿Cuántas veces hemos pensado que si otros hubieran recibido lo que a nosotros se nos ha regalado, mucho más habrían aprovechado… Igual que Tiro y Sidón, personas con menos recursos, pero de gran generosidad para con Dios, ponen en evidencia nuestro ahorrarnos en el seguimiento del Señor y en el servicio a los hermanos.
·         Vestidos de sayal, sentados en ceniza: la conversión rinde el corazón de la persona ante Dios. Lo hace humilde, consciente de su pobreza (sentado sobre ceniza), lo viste de pobreza (sayal), y renueva su alegría. Pedir la gracia de sentir interiormente el amor de Dios para más amarle, para menos fijarnos en nosotros mismos. Es necesario elevar la mirada, dejar de entristecerse por la propia miseria, y aceptar el amor de Dios sin reservas.
·         Mediaciones: quien a vosotros… a Mí…; quien a Mí… al que me ha enviado… Termina el Evangelio de hoy con un juego de palabras que hace pensar que la fe no puede ser algo intimista, cerrado a los demás, vivido y construido por uno mismo para sí mismo. Dios es Trinidad, y nosotros también debemos ir creciendo hacia una fe trinitaria. Contemplar a Jesús hablando de su Padre. Ser su Hijo muy amado, es el motor que mueve toda su vida. De igual forma, sabernos hijos amados de Dios debe ser el verdadero núcleo de nuestra fe.
Reflectir sobre uno mismo, sacando provecho de todo lo contemplado. El seguimiento del Señor no es complicado, pero supone no dejar nada fuera, supone actualizar todo aquello que vivimos, y ponerlo en su Presencia. Y vivirlo como Él. Y vivirlo junto a Él.
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,
en la noche del mundo,tocar la mano de Dios y así, en el silencio,escuchar la Palabra, ver el Amor.

No terminar la oración sin hacer el examen, recogiendo el fruto del encuentro de hoy con el Señor: dónde me esperaba, qué palabra tenía hoy para mí, cómo toca a mi vida…

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