Es domingo, y
con eso me gustaría empezar la oración de hoy. Un cristiano no puede vivir sin
el domingo, el Día del Señor. La mañana del Domingo el Sol brilla distinto, la
sonrisa es más sincera, la alegría es más sana, parece que la Creación entera
proclama las maravillas del Señor y nuestra oración hoy ha de ser -más que
ningún otro día- dedicada a dar gloria a Dios.
Para esto es
necesario comenzar con las oraciones preparatorias, a saber, la invocación al
Espíritu Santo y la oración de S. Ignacio (“Que todas mis acciones,
intenciones y operaciones estén puramente ordenadas a Tu mayor gloria y
alabanza”), para evitar el orgullo de creer que la oración la hacemos
nosotros.
Hoy la Iglesia
nos brinda cuatro magníficos pasajes de la Sagrada Escritura para meditar. Te
invito a que serenes el corazón, dejes las preocupaciones cotidianas a un lado
y, con atención y paz, releas tranquilamente los textos. No te importe repetir
frases, saborea el contenido y paladea las palabras. Dedica un tiempo.
Como ejercicio
de meditación te propongo hoy cuatro breves temas:
-La primera lectura es un canto de Isaías a la esperanza, el canto de aquel
que, en medio de las dificultades, sigue confiando en Dios. Estremece la
afirmación “aniquilará la muerte para siempre”. Hoy Dios nos invita a
confiar en él, en su promesa de salvación. ¿Qué hay de muerte en tu vida? No te
preocupes, ten fe, Dios ha prometido que aniquilará la muerte, Él ya ha
vencido.
-El salmo es espectacular, a mi gusto uno de los mejores de la Escritura, te
invito a meditarlo con la música de la Hermana Glenda que te dejo al final del
texto. Nuevamente te invita a que confíes en Dios y en su poder, en su
Providencia: que todo lo que nos ocurre es por nuestro bien.
-De la segunda lectura rescato el “Sé vivir en pobreza y abundancia. […]
Todo lo puedo en Aquel que me conforta”. Un viejo chiste contaba que llegó
un joven a una entrevista de trabajo y, cuando el entrevistador le preguntó ‘¿Cuáles
son tus habilidades? ¿Por qué crees que te mereces este puesto de trabajo?’,
él, inmutable, contestó: ‘No me lo merezco, pero todo lo puedo en Aquel que
me conforta’. ¿Cuánto confías en Cristo en tu vida? Cuando llegan las
dificultades, la ‘pobreza’, ¿sabes vivir? En nuestro mundo muchas son las
personas que sólo saben vivir cuando todo va bien, cuando tienen ‘abundancia’,
y cuando llegan los problemas (duros de soportar, claro) su única opción es
‘sobrevivir’ a los problemas, en lugar de aprender a vivirlos. ¿Sabes vivir “en
pobreza y abundancia”?
-El Evangelio, por último, nos plantea la gratuidad de la salvación. Nos
invita a meditar en que hemos sido invitados al banquete del Cielo sin haberlo
merecido. Identifiquémonos con aquellos que fueron invitados en “los cruces
de caminos” y acudamos al banquete de la Eucaristía hoy sabiendo que, aún
inmerecido, debemos asistir con nuestros mejores vestidos “de fiesta”,
es decir, en gracia de Dios, para poder comulgar nuestra Salvación, la
Eucaristía. No dejemos, también, que pase el domingo sin haber hecho nada por
los demás, que esta invitación a este banquete no sólo nos la han dado a
nosotros, sino que nos han indicado que también debemos repartirla a todo el
que quiera acudir. ¿Quiénes de tu entorno hoy no celebrarán el Domingo con una
alegría especial? Aunque no quieran ir a misa, ¿qué vas a hacer tú por ellos
para que sientan que hoy es un día especial? Así, si vamos haciendo que los
demás sientan que el Domingo es “nuestro día”, el “día especial de la semana”,
poco a poco generaremos una cultura que acercará más a la gente a Cristo, que
les espera, como a nosotros, en el banquete de bodas.
Salmo 22,
Hermana Glenda: https://www.youtube.com/watch?v=_LggIT0AT9Y