La lectura de san Pablo y el Salmo nos
invita a una disposición de optimismo, entusiasmo y grandeza.
Pablo habla de elección, de promesa, de
misión y resurrección. Nos comunica que al igual que ha sido elegido para ser
apóstol, también Dios nos ha escogido a cada uno de nosotros para ser
apóstoles, para que nuestra vida signifique apostolado; somos elegidos en su
misión, y la misión que se nos encomienda es transmitir la fe, especialmente
con nuestro ejemplo.
Podemos contemplar en esta hora de
oración una secuencia de escenas, parándonos en cada una de ellas para degustar
su significado en nuestra vida:
a) Dios
soñándonos apóstoles dentro de la elaboración de su misión, derrochando Su amor
para mejor poderle reflejar y transmitir.
b) Ha llegado la
hora de la actuación; el momento en que Dios me lanza; la valentía de amar
hasta las últimas consecuencias, como hemos aprendido de Cristo; éste es
nuestro principal papel. Hoy es el día señalado para comenzar a amar como Él
nos ama; ese hoy es nuestra vida; todos los días deben tener esa fuerza de
comienzo, redoblada del rodaje de continuación.
c) La recompensa
de ver en la Vida eterna cómo se van sucediendo los frutos de mi apostolado y
de mi vida terrena. Imaginar ese gozo que no se acaba, y Dios construyendo
feliz su ciudadanía celestial de la que nos hace totalmente partícipes de su
presencia. Una paz en el infinito; un silencio profundamente musical; una luz
que ve toda la Historia, Historia que parte de una Creación y una Salvación.
d) Concretar en un diálogo con Dios, ayudado de la intercesión de San Pablo
y la Virgen María. ¿Cómo debo actuar y pensar hoy?