La primacía de Dios es innegable, “yo soy el Señor y no hay otro”. Sin
embargo, esta primacía no anula el orden natural sino que lo sustenta. El salmo
de este día nos invita a reconocer esta realidad y alabar a Dios en todo y
sobre todas las cosas. San Pablo reconoce la vida de fe, esperanza y caridad de
los cristianos de Tesalónica siendo una exhortación para que nosotros también
cuidemos nuestra vida teologal.
Los fariseos y herodianos quieren comprometer a Jesús haciéndole romper
este equilibrio, pero Jesús les responde con una frase que se ha hecho regla
para la vida de la Iglesia: “a Dios lo que es de Dios y al César los que es del
César”.
Hoy en nuestra oración nos preguntamos por este equilibrio en nuestra vida.
Si guardamos la primacía de la vida interior o nos derramamos en mil cosas sin
unidad en una huida continua. Le pedimos al Señor que consolide nuestra vida en
su amor y amistad, para que sean iluminadas todas nuestras relaciones.