Lectura del libro de Isaías (45, 1. 4-6)
Esto dice el Señor a su Ungido, a Ciro: Yo lo he tomado de la mano, «Yo lo
he tomado de la mano, para doblegar ante él las naciones y desarmar a los
reyes, para abrir ante él las puertas, para que los portales no se cierren. Por
mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un
título de honor, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de
mí no hay dios. Te pongo el cinturón, aunque no me conoces, para que sepan de
Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay
otro».
Salmo responsorial
(Sal 95, 1 y 3. 4-5. 7-8. 9-10a y e)
R. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
R. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos
los dioses.
Pues los dioses de los gentiles no son nada, mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
Pues los dioses de los gentiles no son nada, mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del
Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R.
aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la
tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.
decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.
Lectura de la
primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1, 1-5b)
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre
y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. En todo momento damos
gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones,
pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe,
el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo
nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido,
pues cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue solo de palabra, sino también
con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (22, 15-21)
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para
comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con
unos herodianos, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas
el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te
fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al
César o no?». Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por
qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario.
Él les preguntó: «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le
respondieron: «Del César». Entonces les replicó: «Pues dad al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios».