Al comenzar la
oración de este día purifiquemos la intención con la oración preparatoria que
nos aconseja San Ignacio: “Señor Jesús, que todas mis acciones,
intenciones y operaciones (capacidades) sean puramente ordenadas en servicio y
alabanza de vuestra divina Majestad”.
Hoy vivimos tan
inmersos y preocupados por las realidades temporales, por el trabajo, el
dinero, la fama, que nos olvidamos fácilmente de las realidades espirituales.
En este la Iglesia nos da un toque de atención para que miremos a esa realidad
sobrenatural que nos rodea. Nos recuerda la existencia gozosa de los Santos
Ángeles Custodios. Vamos a tenerlos muy presentes siempre y hoy de manera
especial en la oración. Oremos junto a ellos, sintámonos unidos a sus alabanzas
e himnos. Digamos con el salmista: “Te doy gracias Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti”.
Como primer
punto sugiero la conveniencia de hacer un acto de fe en nuestro ángel custodio.
¿Le has puesto ya un nombre? Es muy conveniente para dialogar con él llamarle
por su nombre. ¿A qué esperas para “bautizarlo”? Por si te ayuda, a mí me gusta
llamarle Jesús Ángel.
La palabra de Dios
– Ex 23,20-23- nos asegura que: “Voy a enviarte un ángel por delante para
que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado para ti.
Respétale y obedécele”.
Y al meditar el
salmo 90 se nos quitan muchos miedos:
A los ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás.
¿Quién es el más
importante en el reino de los cielos? (Mt 18,1-5.10 )
Es una pregunta
que muchas veces se da entre amigos, colegas, colaboradores, familiares e
incluso entre las personas consagradas a Dios. También brotó entre los
apóstoles y discípulos de Jesús. ¡Eran tan humanos! Jesús –maestro de maestros-
va a dar una lección a sus amigos para que se les quede bien grabada. Llamó a
un niño y colocándolo en medio del grupo les dijo: “Os digo que, si no
volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos”. En
la época de Jesús, los niños –junto con las mujeres- eran los menos importantes
de la sociedad, apenas eran importantes. Sin embargo, Jesús elige un niño para
señalar quién es el más importante en el Reino de los Cielos. Con ello nos
enseña, en primer lugar, que en su Reino los valores están cambiados con respecto
al mundo y en segundo lugar que para entrar en el Reino hay que hacerse
humildes, darse poca importancia según los esquemas del mundo. El que quiera
ganar su vida la perderá y el que la pierda por Jesús la ganará
definitivamente.
Además, Jesús
nos advierte con no despreciar a los niños por creer que son poco importantes
porque sus ángeles están siempre viendo a Dios, y nosotros si nos creemos el
centro del mundo podemos vernos privados de entrar en el reino de los Cielos,
que es lo verdaderamente importante.
Terminemos la
oración dirigiéndonos a María que es la reina de los ángeles, para que mande a
sus servidores que vigilen nuestros pasos: María, madre mía, tú que
tanto cuidaste a tu Hijo Jesús, mientras lo veías crecer en Nazaret, enséñanos
a no creernos los más importantes y envía a tus ángeles para que nos custodien
mientras caminamos hacia el Padre.