Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, en este mes tuyo en que rezamos
el rosario de forma especial, te queremos pedir por cada una de las personas
que viven hoy en el mundo.
PROGRAMA PARA LA SALVACIÓN DEL MUNDO: Un avemaría para cada uno.
Este programa tiene como misión que llegue a cada persona del mundo un
avemaría por lo menos durante este mes. Si cada uno de nosotros rezamos durante
todo el mes las 50 avemarías de cada día, harían falta solo 4,5 millones de
personas que lo rezáramos. No es mucho ¿verdad?
Rezar humildemente avemarías es saberse débil, saber que es Dios quien nos
consigue lo que necesitamos, que todo es regalo, y que todo no es entregado a
través de María. Rezar avemarías es llenar de ternura maternal nuestro corazón,
es poner todo el mundo en brazos de la mejor madre, es creer que el mundo se
salva a base de besos y abrazos y no a base de mordiscos y golpes. Rezar
avemarías es ser conscientes de que la misericordia es la forma de vida que
tenemos que vivir, que sólo viviendo pendiente de las necesidades del otro y
olvidado de las propias es como se arregla el mundo.
Las lecturas para meditar hoy, mientras nos sumergimos en este amor
mariano, nos presentan un mundo que puede ser alegre y gozoso, con tal de que
el Señor aparezca y nosotros le abramos nuestras puertas: Aquel día los montes destilarán vino y de las colinas manará leche. Los
ríos de Judá irán llenos de agua y brotará un manantial del templo del Señor
que regará el valle de las Acacias.
Y el salmo nos animará a cantar estos regalos de Dios:
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Amanece la luz para el justo
y la alegría para los rectos de corazón.
María es nuestra alegría y nuestro gozo, ella es la colina de la que mana
la leche abundante que amamantó al propio Creador del mundo y nos amamanta
ahora a cada uno de los que queremos escuchar la palabra de Dios y ponerla en
práctica.