Con la multiplicación de los
panes, Jesús, inicia el discurso del Pan de Vida en la sinagoga de
Cafarnaúm. A lo largo de estos días se sigue proclamando en el
evangelio de san Juan.
En el aleluya, el versículo que
recitamos antes de iniciar la proclamación del Evangelio de hoy es: “El que
come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él” (Jn 6,56).
En estos días de la pascua
seguramente nos ayuda contemplar estos textos a la luz Jesús, María y José en
Nazaret. ¿Qué nos pueden decir cada uno de ellos?
Jesús es sombra, casa, agua fresca, es pan, camino, verdad y vida… Pero además
de todo esto Jesús dice de sí: “He venido para hacer la voluntad de mi Padre”,
y hago su voluntad obedeciendo a José y a María descubriendo la voluntad de
Dios en todo lo que me sucede cada día.
¿Qué me quiere comunicar
María en estos días? Quiero comunicaros paz y serenidad, entrega,
olvido y alegría. Que descubras que te quiero y sigo amando al Señor, mi Hijo
haciendo su voluntad. “He aquí la esclava del Señor hágase en mí, según tu
palabra”
José habla desde el silencio: hoy me dice: te quiero ayudar desapareciendo
en el cumplimiento del deber, entregando toda mi vida, en este día, por Jesús y
por María.
Si me canso y me duermo, el
Espíritu Santo por medio de sus mediaciones me indica el camino y descubro la
voluntad de Dios y trato de vivirla. Todavía recuerdo, con toda claridad,
aquellas palabras que me dijo el ángel en medio de mi descanso; “José, Hijo de
David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es
del Espíritu Santo”. (Mt 1,20)
Para terminar, Jesús me recuerda: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre” (Jn 6, 51). Si cada día como de este Pan y vivo en coherencia, estoy siendo voluntad de Dios y así lo vivo en estos días de pascua.