Grande Tomás.
Siempre tan intrépido, se convierte en voz del grupo: No sabemos a dónde vas.
Pero ¿te vas? No sabemos el camino. Y Jesús le responde con autoridad: "Yo
soy el camino, la verdad y la vida". Tres palabras que acaban con la duda.
Camino. Verdad. Vida. Atrevido Jesús, ¿no? Pero se trataba de darles seguridad,
ya que estaban inmersos en una duda profunda. No sabían, como nosotros muchas
veces, por dónde tirar, qué camino seguir.
En la vida del cristiano siempre
estará la duda, es así. Forma parte de nuestra vida en la fe. De hecho, los
propios apóstoles tuvieron que vivir de fe y confiar en Jesús. Aun teniéndole,
no entendían nada ni sabían qué iba a pasar. Nosotros tenemos la ventaja de que
ya conocemos lo que ha pasado, solo nos queda aceptarlo en nuestra vida y
confiar el futuro a Jesús.
Por eso,
necesitamos, como los discípulos, contundencia, seguridad, alguien que nos
señale el camino. Y lo tenemos: experiencias de nuestra vida, toques de la
gracia, el Evangelio, conversiones fuertes, la eucaristía, la vida misma... Ahí
está nuestra seguridad; nuestra fe es una fe experimentada decía Benedicto XVI.
Así que pum... a ilusionarnos con la resurrección, con el seguimiento a muerte
de Jesús y a entregar la vida (que son dos días).
Por si te sirve, dado que se
puede ver la persona escribe esto y sabes quien soy, yo vivo totalmente de fe.
Y sin ella, mi vida hoy no tendría ningún sentido. Es fuerte esto...
Para preguntarse: ¿Vives de fe?
¿Aceptas todo lo que nos viene de Dios, ¿o solo lo bueno? ¿Confías o ya no
tienes fuerzas para ello?
Solo por recordarnos y para vivir: Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.