El cuarto domingo de Pascua es el
domingo en el que Jesús se presenta como el Buen Pastor. El Señor ha querido
utilizar esta imagen para expresar mejor su amor misericordioso y entrañable
por nosotros. Aunque este es el pasaje del evangelio de domingo, voy a hacer
referencia a otro evangelio típico del periodo de Pascua.
En este tiempo litúrgico a mí me
ayuda tener siempre presente el pasaje del encuentro de Jesús con los dos
discípulos cerca de Emaús. En realidad, toda la vida está sintetizada en ese
pasaje: Jesús ha salido a nuestro encuentro, cuando andamos cabizbajos y
abatidos, y es quien nos salva, nos alienta y nos hace volver al buen camino.
El P. Morales une estos dos
pasajes del Evangelio en una meditación. Me voy a servir de algunos fragmentos
de ella para proponer los puntos de oración para mañana.
El Buen Pastor “es la síntesis
del amor misericordioso, que nos busca para redimirnos con el sacrificio y comunicarnos
la «nueva vida» (Rm 6,4) que nos trae su resurrección.”
El P. Morales nos aconseja
iniciar la oración encomendándonos a San José, en este año dedicado a él: “La
oración de mañana y de toda la segunda semana de Pascua será más fecunda si San
José nos conduce. «Personas de oración siempre le debían ser aficionadas....
Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome a este glorioso santo por
maestro y no errará el camino.» (Vida c.6) Sigamos, pues, el
consejo de Teresa y repitamos: «Esposo de la Virgen, custodio del Señor:
llévanos a María y, por María, a Dios. Llévanos a María, que nos va a repetir
mañana, durante estos ocho días: “Mírale; Él es el buen Pastor”.» Y tú,
admirado, dialogas con la Virgen. «Pero ¿es verdad, Madre, que Él me quiere en
todo momento, me quiso desde siempre con un amor eterno?»”.
“María te responde: «Mira: lo que
hizo con los de Emaús la tarde la resurrección, lo está haciendo contigo a lo
largo del camino de tu vida hasta que le reconozcas, como ellos, al final de la
ruta, cuando empieces a vivir.» Se les acercó: les ve alejarse
tristes, pesimistas, en desolación, sin fe. Lejos de abandonar a la oveja
despistada, se acerca a tu alma para infundir alegría. Se te está acercando
siempre que caminas sin ilusión, sin fe, por el sendero de la vida que lleva a
la eternidad”.
“Y caminaba con ellos..., y camina también contigo. En el fondo de tu
alma en gracia, vive su vida divina para ti. Aunque no lo sientas, eres un
sagrario ambulante. Aunque no te percates, eres custodia de la divinidad.
Camina contigo. Te acompaña, no te abandona”.
“Y les iba interpretando las Escrituras. Les hablaba, dialogando con
ellos, (…). Dialoga contigo en la oración para abrirte el sentido de las
Escrituras, para que la palabra de Dios ilumine tu vida y fortalezca tu
voluntad. Dialoga contigo en todas partes si sabes hacer silencio en tu
corazón”.
“Tomó el pan y se lo daba. Y el buen Pastor, pan eucarístico, te nutre y
alimenta, te sacia con la dulzura de su cuerpo sacrosanto rezumando suavidad. Y
tú, con Juan de la Cruz, cantas emocionado: «Aquesta eterna fuente está
escondida en este vivo pan por darnos vida, aunque es de noche. Aquesta viva
fuente que deseo en este pan de vida, yo la veo, aunque es de noche.»”
“El buen Pastor da su vida por sus ovejas. Soy el buen Pastor, porque doy mi
vida por ellas. La locura de la encarnación, el misterio insondable de la vida
y pasión de Jesús, la resurrección triunfante, para que tú «tengas vida y la
tengas más abundante» (Jn 10,10). Y el buen Pastor da su vida por todos los
hombres, sufriendo y amando”.
“Y conozco a mis ovejas, como mi Padre me conoce y me ama. Así dice Jesús que nos conoce y
nos ama: con el mismo amor, inaudito e inefable, con que su Padre le ama a Él.
Amor sin fronteras, sin límites, que le lleva hasta dar la vida por sus
ovejas”.
“Pero tengo otras ovejas que no son de este rebaño. Un quejido lastimero se escapa
del corazón amante de Jesús. Tiende su mirada por encima de los siglos.
Contempla la muchedumbre de descreídos, indiferentes...”
Y oirán mi voz, y se hará un solo rebaño con un único Pastor. Jesús: tu promesa no puede
fallar. ¡Fuera derrotismos! Sí, oirán tu voz. Se formará un solo rebaño con un
único Pastor. Millones de jóvenes hermanos nuestros se agregarán a la unidad de
tu Iglesia. Millones de jóvenes se integrarán en tu rebaño. Y el canto del amor
se elevará de todos los corazones, en campos y ciudades. Oirán tu voz, Jesús
mío, si yo me ofrezco. Si me convenzo que el santo es un pecador que sigue
esforzándose…”
Ojalá mañana escuchemos la voz dulce del Buen Pastor en lo profundo del corazón y le sigamos. Que la Virgen nos dé un corazón que sepa escuchar.