29 abril 2021, jueves de la 4ª semana de Pascua. Santa Catalina de Siena, virgen y doctora, patrona de Europa. Puntos de oración.

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

“Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura” Qué hermosas palabras del Salmo 102. Nos abren a la confianza en la Misericordia de Dios, que me parece lo central del mensaje de la palabra de Dios el día de hoy. Nos lo recuerda san Juan en la primera lectura: “Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”. Él ya pagó la deuda producida por nuestro pecado y nos hace renacer a una vida nueva con su gracia. Pero para participar de esa gracia hemos de hacer un uso correcto de nuestra libertad. Misterio de Misericordia. Dios pone en manos del hombre lo medular de su vida, su salvación. Qué importante es por eso estar atentos a los llamados de Dios y ayudar a nuestro prójimo a que pueda hacer lo mismo. Pero es imposible lograr esto sin humildad, sin sencillez. Impresiona constatar que estas características se ponen de manifiesto sobre todo en los que menos tienen. De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida, la vida eterna. Por eso Jesús dice en su oración: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. Hace poco he sido testigo de una manifestación de la Misericordia de Dios a través del sacramento de la unción de los enfermos. Muchas veces la enfermedad nos pone en una sencillez tal que nos abre a la gracia. Y es así que, aunque el enfermo por su gravedad no pueda decir palabra alguna, sus pecados le son perdonados por la gracia del sacramento. Todo un gesto de amor del Señor a través de su Iglesia.

Finalmente, el Señor nos invita a acercarnos con confianza, aunque el pecado nos traiga cansancio y agobio: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”. Una invitación irresistible a recostar la cabeza en el pecho de Jesús, como lo hizo el apóstol San Juan. Le pedimos a la Virgen nos alcance la gracia de abrirnos a la Misericordia de Dios.

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