26 abril 2021, lunes de la 4ª semana de Pascua. San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia. Puntos de oración

Espíritu Santo…, ven.

Santa María, intercede…

(Breve momento de silencio para entrar en la presencia de Dios, que esperaba ardientemente este encuentro conmigo).

Hoy los puntos van por nivel de experiencia en la vida de oración. Busca cuál es el tuyo:

1. Nivel amateur:

Llegas a la oración, concéntrate, lee las lecturas, y mira a ver qué te llama más la atención. Te surge la pregunta: ¿cómo llevo esto a mi vida?

Posiblemente lo que más te pueda llamar la atención sea el evangelio: no puedes ocultar tu vida de cristiano, ha de ser toda ella misión. Pide gracia para ser instrumento y dócil al amor de Dios, que te envía como misionero, allí donde vives. Saborea el final del evangelio: “Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”.

2. Nivel pro:

Tu misión sabes que no depende de lo que hagas, sino de lo que ardas de amor en tu buen Dios.

Adéntrate en estas palabras de Pablo: “Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.”

Presenta al Buen Dios tu pobre vida en este rato de oración. Sin otra pretensión más que arder en su amor. Pide la gracia de desaparecer en Él, de dejarte transformar pasivamente por medio de los acontecimientos de tu día hoy en quien Él sueña en ti. Nuestra santificación no se da al margen de la vida, sino en la vida: “El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios”.

3. Habría un tercer nivel de oración. Es el más sencillo, y el más directo para llegar a Dios. Y el más necesario, pero el más difícil de realizar en el trajín diario: contemplar a María, entrar en su escuela. Dejar que irradie su figura en nosotros. Así dejaremos de ser los protagonistas de nuestra vida, y nuestra vida hablará de Otro, del Resucitado.

Acabar dando gracias… No cansarse nunca de estar empezando siempre, es creer que Dios es Padre, y nosotros sus hijos.

Archivo del blog