29/6/2013, San Pedro y San Pablo, Apóstoles

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y a¡ final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

29 junio 2013. San Pedro y San Pablo, Apóstoles – Puntos de oración

Adentrarnos hoy en la oración es algo muy sencillo, pues vamos acompañados de estos dos gigantes del espíritu que vivieron en el amor, conocimiento y entrega a Jesucristo.

Les pedimos un corazón apasionado que se sepa enamorar de Cristo en este rato dedicado a la oración.

Son fundamento de lo que creemos y dieron la vida por el Evangelio, o sea, por Jesús. Por esto mismo se convierten para nosotros no solamente en testigos, sino también en maestros de vida interior.

Esta solemnidad de los Apóstoles ya se celebraba en el siglo IV en esta fecha del 29 de Junio, cuando se festejaba a San Pablo en la tumba de la vía Ostiense y a San Pedro en la catacumba de la vía Apia.

En los Hechos apócrifos de Pedro y Pablo, escritos en el siglo V bajo el influjo de León Magno, formados por la refundición revisada de los Hechos de Pedro, del siglo II, y de los hechos de Pablo, del siglo III, se demuestra la perfecta armonía de los dos apóstoles martirizados conjuntamente en Roma.

Según testimonio de Tertuliano, siglo II, Pedro de Betsaida murió crucificado; y, según Orígenes, con la cabeza hacia abajo. Las excavaciones recientes confirman que el martirio del jefe de los Apóstoles, hacia el año 67, se llevó a cabo en la colina del Vaticano.

Pablo de Tarso, en Cilicia, cuyo nombre era Saulo, fue decapitado hacia el año 67, como atestigua también Tertuliano y la tradición constante, junto a la vía Ostiense, a cinco kilómetros de Roma.

Ambos apóstoles han estado siempre unidos en la veneración cristiana, aunque no esté probado que permanecieran presos en la misma cárcel Mamertina.

En la oración colecta de la Misa se nos dan las claves para descubrir la importancia de esta veneración a Pedro y a Pablo: “Dios entregó a la Iglesia las primicias de su obra de salvación”.

Por medio de los Apóstoles la Iglesia se ha mantenido siempre fiel a las enseñanzas  de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Ellos nos han transmitido las claves fundamentales:

  • Perseverancia en la fracción del pan.
  • Fidelidad a las enseñanzas de los apóstoles
  • Fortalecimiento del vínculo de la caridad
  • Un solo corazón y una sola alma en la plegaria.

Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo el maestro insigne que la interpretó; aquél fundó la primera Iglesia con el resto de Israel; éste la extendió a todas las gentes.

Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

Mirando la vida y el testimonio de estos dos grandes maestros es como enfocamos la oración de este día. No podemos hacerlo de otra manera. Son modelo de cercanía con Jesús, aunque cada uno con su estilo peculiar, lo cual nos muestra que hemos de acercarnos al Maestro de la vida con nuestra propia personalidad.

Hacer oración junto a Pedro y a Pablo es encenderse en deseos de identificación. “Señor, ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna”.

No puede faltar en este día una petición especial por el Papa Francisco, sucesor de Pedro, para que el Señor le ilumine y le llene de fortaleza para que sea un faro que ilumine este tramo de la historia que atraviesa la Iglesia.

Santa María, Reina de los Apóstoles, haznos a cada uno de nosotros verdaderos enamorados de Jesucristo, dispuestos a trabajar por el Reino de Dios, la propagación del Evangelio, hasta el último aliento de nuestra vida.

28/6/2013, Viernes de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (17, 1. 9-10. 15-22)

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: -«Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad.» Dios añadió a Abrahán: -«Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones.» Dios dijo a Abrahán: -«Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.» Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: -«¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?» Y Abrahán dijo a Dios: -«Me contento con que te guardes vivo a Ismael.» Dios replicó: -«No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.» Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.

Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 1-4)

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: -«Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: -Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: -«No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»

28 junio 2013. Viernes de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Preparando muchos el campamento, donde viviremos  de forma especial la Campaña de la Visitación, nos acercamos a las lecturas  que nos presenta la liturgia de la Iglesia para este día, junto con el santo del día San  Ireneo de Lyon, un santo padre de la iglesia de los primeros siglos de la Iglesia donde ser cristiano equivalía a ser mártir, algo parecido a lo que sucede hoy serlo en un país musulmán donde la persecución es atroz pro tantos casos  como tenemos recientes. Tenemos que agradecerle que sea uno de los que contribuyó a que se mantuviera íntegro el Evangelio de  Cristo, como nos dice el P. Tomás Morales en su semblanza.

“Dios se hizo hombre, para que el hombre se hiciera Dios” es la síntesis de su enseñanza durante toda su vida, su empeño y entrega más completa a esta realidad del cristiano que por las aguas del bautismo entra a formar parte de la familia de Dios, hijo de Dios, ¡qué insondable verdad! Vivida  tenemos  resueltas todas nuestras dudas. No tenemos más que acudir al Padrenuestro, donde  tenemos esta hermosa herencia.

Haba de la Virgen  con el título de “Nueva Eva”, que quizá se lo escuchó a San  Policarpo que era a su vez discípulo de san Juan como él mismo cuenta:  “Recuerdo cuando siendo niños, en el Asia Menor nos sentábamos junto a Policarpo… que parece nos acompaña siempre y se afianza al correr de los años.  Podría señalar el sitio en el que él se sentaba para enseñarnos,... recuerdo que nos contaba de su trato con Juan y los demás que vieron al Señor. Nos repetía que ellos contemplaron al Verbo de la Vida, sus milagros, oyeron sus palabras…”

Los santos son  nuestros mejores amigos y más si son mártires y nos enseñan a :

1º Ser testigos. Testigos creíbles como nos pregunta el papa Francisco: ¿Somos creíbles hoy? Si lo somos, arrastraremos a las almas a Dios como ellos.

2º Ejemplares en el cumplimiento de nuestras tareas, creativos, emprendedores o como se oye hoy, innovadores, ante una sociedad en crisis, tenemos la respuesta más eficaz: Cristo, el Verbo de la Vida que ha sabido darla por sus testigos en la Iglesia, los santos, quienes han  puesto luz en medio de tanta tiniebla. Escuchemos al papa Francisco, sigamos su ejemplo, aprendamos de sus gestos y su palabra acertada para  estos momentos.

3º Vivamos la Campaña de la Visitación, saliendo de nosotros mismos, como la Virgen, que, presurosa  reparte alegría por los caminos y a su prima Isabel y a su hijo, santifica, porque lleva Jesús en sus entrañas. De la misma forma, también nosotros con Cristo dentro, fortaleza  en la oración seamos sus seguidores en este verano que para muchos  será un invierno en sus corazones.

El Evangelio del día también nos pone en marcha, es el llamamiento de Mateo. Hoy como entonces, Jesús sigue llamando. Que no seamos sordos a su llamamiento. Nos llama a la oración, donde podemos encontrarlo, que no la dejemos ni un día, son los mejores encuentros de nuestra vida. Espera nuestra respuesta con paciencia. Tiene tanto respeto  a nuestra libertad,  que quiere  una respuesta del corazón que ama, libre, sincera y total.

27/6/2013, Jueves de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (16, 6b-12. 15-16)

En aquellos días, Saray maltrató a Agar, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo: -«Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?» Ella respondió: -«Vengo huyendo de mi señora.» El ángel del Señor le dijo: -«Vuelve a tu señora y sométete a ella.» Y el ángel del Señor añadió: -«Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar.» Y el ángel del Señor concluyó: -«Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.» Agar dio un hijo a Abrahán, y Abrahán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. Abrahán tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.

Salmo responsorial (Sal 105, 1-2. 3-4a. 4b-5)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza? R.

Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí por amor a tu pueblo. R.

Visítame con tu salvación: para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu heredad. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 21-29)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: 'Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados." El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se para aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. » Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

27 junio 2013. Jueves de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Edificó su casa sobre roca…” (Mt 7, 24)

Y esto nos recuerda la promesa de Jesús a Pedro: “Tú eres Pedro (Roca), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18). La casa de nuestra vida espiritual hemos de edificarla sobre la roca firme de la Iglesia. Solo así superará la fuerza de las lluvias, de los vientos, de los elementos. Que no son más que las pruebas, luchas y miserias que jalonan cada uno de los días de nuestra vida.

Contemplemos hoy en nuestra oración a la Iglesia que sustenta y fundamenta nuestra vida con sus sacramentos, con su doctrina, con su protección.

Amar a la Iglesia, secundar a la Iglesia, sentir con la Iglesia. Tres luminarias para nuestra oración.

Amar a la Iglesia, sacramento universal de salvación entre los hombres. Amar a la Iglesia, misterio profundo de Dios que ha puesto su tienda en medio de nuestro barro. Amar a la Iglesia, proyecto maravilloso del Padre que Jesús –el enviado- ha realizado con el poder del Espíritu Santo. Amar a la Iglesia, lugar donde el Padre llama y ama, donde el Hijo sana y salva, donde el Espíritu Santo libera y vivifica. Amar la Iglesia, sal y luz de todas las naciones. Amar la Iglesia, único rebaño del único Pastor.

Secundar la Iglesia en sus orientaciones y doctrina. Secundar la Iglesia en sus propósitos y deseos. Secundar la Iglesia en sus pastores y guías. Secundar la Iglesia en sus llamamientos y en sus necesidades. Secundar a la Iglesia en sus directrices y consejos. Secundarla y defenderla ante críticas, ofensas o falsedades.

Y sentir con la Iglesia. Como nos pide san Ignacio en sus Ejercicios Espirituales. Sentir con la Iglesia es decir que participamos de sus gozos y de sus sufrimientos. Sentir con la Iglesia es decir que la Iglesia es un verdadero ideal en nuestras mentes. Sentir con la Iglesia es decir que la Iglesia está metida en lo más hondo del corazón. Sentir con la Iglesia es decir que nos reunimos gozosos en torno al Altar, donde la Iglesia se encuentra de modo especial con Jesucristo su Esposo. Sentir con la Iglesia es decir que nos amamos todos como hermanos, entre los brazos de nuestra Madre la Santa Iglesia Católica. Sentir con la Iglesia es decir que ardemos en celo apostólico y llevamos a todos la salvación de Jesucristo. Sentir con la Iglesia es decir que no tenemos más que un sueño dorado: llegar a morir en el seno de la Iglesia.

            Preparémonos así para celebrar el próximo sábado, día 29, la festividad de san Pedro y san Pablo, el día tradicionalmente dedicado al santo Padre, cabeza visible de la Iglesia.

26/6/2013, Miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (15, 1-12. 17-18)

En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: -«No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.»- Abrán contestó: -«Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa? » Y añadió: -«No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.» La palabra del Señor le respondió: -«No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.» Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: -«Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: -«Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: -«Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: -«Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?» Respondió el Señor: -«Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abran los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: -«A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates.»

Salmo responsorial (Sal 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9)
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. R.

Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. R.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. R.

Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 15-20)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.»

26 junio 2013. Miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Mt 7, 15 – 20

Al iniciar la oración es conveniente comenzar con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud interna del conocimiento del Señor, siendo consciente de qué es lo que voy hacer y ante quién lo voy a hacer poniendo en práctica las 5 adiciones ignacianas.

            En la Iglesia de hoy la palabra profeta parece haber desaparecido. Pero la función profética no debe desaparecer: sería como si la Iglesia negase su propia función, hablar en lugar de Dios. Este es el deber de todos los que componemos la Iglesia, desde el papa hasta el último bautizado. Es un deber que nos exige mucha responsabilidad, para no anunciar nuestras propias fantasías como voluntad de Dios. San Máximo Confesor pedía: “Señor, que no falsifique tus palabras para no merecer tu castigo”. El profeta Jeremías acusaba a los falsos profetas de anunciar sólo lo que la gente quería oír, ignorando el peligro de este comportamiento.

            En el evangelio de hoy Jesús nos pone sobre aviso sobre los falsos profetas y nos da la clave para descubrirlos. “Por sus frutos los conoceréis”. Hemos de ir a la raíz y al fruto del árbol para no andarnos por las ramas, hemos de bajar al fondo de nuestro corazón para descubrir la fecundidad o la esterilidad. Porque no es oro todo lo que brilla. La mejor ilustración de estas palabras es la experiencia de san Ignacio de Loyola, que encontraba fuerza y paz en los pensamientos que lo empujaban a servir a Dios, mientras que las fantasías mundanas le inquietaban el corazón y le quitaban las fuerzas para darse a Dios y a los demás.

            El auténtico discípulo de Jesús no dejará de producir frutos maduros porque no podrá menos de pensar, hablar, y actuar como Jesús. El criterio que hoy nos presenta el evangelio será siempre de perenne actualidad y avalado por la experiencia: el fruto que producen con su persona, palabra y conducta. San Pablo, después de enumerar exhaustivamente las obras de la carne, da una lista de nueve frutos del Espíritu de Dios: amor, alegría y paz, comprensión, servicialidad y bondad, lealtad, amabilidad y dominio de sí (Gál 5,22).

            Los autores espirituales nos enseñan cómo purificar el corazón. Dicen: una obra buena tiene mérito, pero no cambia el corazón. El corazón se transfigura con la constancia paciente en el obrar el bien.

            Al terminar nuestra oración, pedidle al Señor que nos conceda un corazón semejante al suyo, manso y humilde, y saber descubrir la Voluntad de Dios para con nosotros por la intercesión de Santa María.

25/6/2013, Martes de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (13, 2. 5-18)

Abran era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que acompañaba a Abran, poseía ovejas, vacas y tiendas; de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos. Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abran y los de Lot. En aquel tiempo cananeos y fereceos ocupaban el país. Abrán dijo a Lot: -«No haya disputas entre nosotros dos, ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos. Tienes delante todo el país, sepárate de mí; si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.» Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Zear, era de regadío (esto era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra); parecía un jardín del Señor, o como Egipto. Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron los dos hermanos. Abrán habitó en Canuán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor. El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: -«Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.» Abran alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar en honor del Señor.

Salmo responsorial (Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5)
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 6. 12-14)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

24/6/2013, Natividad de san Juan Bautista

Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenla mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel - tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza -: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. R.

No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)

En aquellos días, dijo Pablo: -«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡No! Se va a llamar Juan. » Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

24 junio 2013. Natividad de san Juan Bautista – Puntos de oración

¡Qué claridad muestra el evangelio de hoy y sin embargo qué difícil es cumplirlo!

Estamos llenos de prejuicios y de incomprensiones; y, si no entendemos reacciones de los demás, ¿cómo es que nos molestamos? Intentemos antes ponernos en su lugar para comprenderles.

Ayudémonos de esta campaña de la Visitación para estar continuamente todos los días saliendo de nuestro “mundo” para ver el “universo” de los que nos rodean; para disminuir nuestras quejas: podemos observar cómo de formas muy variadas dejamos asomar las quejas durante todo el día; hay que cambiar el “chip” y mostrar insistente agradecimiento a la vida a través de la alegría y la observancia y ayuda al prójimo. Así podremos construir; también haciendo mejorar a las personas, pero desde un punto objetivo y con ternura y comprensibilidad, no subjetivo y con prejuicios e incomprensiones.

No seamos perezosos para dar este cambio radical, somos capaces de esto y mucho más, con la ayuda de Dios a través de la oración; el estilo de vida con Cristo es el único capaz de transformar este mundo en un mundo de paz; fueron apenas una docena de hombres los que empezaron este estilo de vida y han recorrido mucho camino en dos siglos, pero aún falta otro tanto del camino.

Pidamos a nuestra Madre, la Virgen María, tener la voluntad y los sentimientos que Ella tuvo al emprender el camino hacia Santa Isabel, para poder realizar sin vacilaciones lo que Dios quiere de nosotros.

23/6/2013, Domingo de la XII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura de la profecía de Zacarías (12, 10-11; 13, 1)

Así dice el Señor: «Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido.» Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.

Salmo responsorial (Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9)
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (3, 26-29)

Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 18-24)

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: - «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: - «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: -«El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: - «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» Y, dirigiéndose a todos, dijo: - «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»

23 junio 2013. Domingo de la XII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

* Primera lectura: “Alzarán los ojos hacia el que traspasaron” (Zac 12, 10-11)

San Juan, en el capítulo 19, 37 (texto que se lee en la fiesta del Sagrado Corazón, ciclo B), utiliza este pasaje de Zacarías para aplicarlo a Cristo. Quizá nos preguntamos a quién tenía en mente el profeta cuando presentaba a alguien que debía ser traspasado y atraer sobre sí las miradas.   Conocemos el pasaje en que Zacarías representa al rey-mesías cabalgando sobre un asno (9, 9-10).       En nuestro capítulo (12) ese rey-mesías incomprendido ha sido muerto. Pero el sufrimiento de ese rey-mesías, y los sufrimientos de Jerusalén, que le ha dado muerte, purificarán la Ciudad. Aquí recordamos el poema del siervo doliente, descrito por Isaías en el capítulo 53.

La lectura del profeta nos ayuda a meditar el evangelio de hoy sobre los sufrimientos del Mesías y la eficacia de su Pasión purificadora. Pero también es preciso que nos unamos y participemos en la cruz del que ha sido traspasado.

* Salmo responsorial: Ya el profeta Jeremías había proclamado: el Señor es "manantial de aguas vivas", y había reprendido al pueblo por haber construido "cisternas agrietadas, que no retienen el agua" (Jr 2, 13). Jesús mismo exclamará en voz alta: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba, el que crea en mí" (Jn 7, 37-38). En pleno mediodía de una jornada soleada y silenciosa, promete a la samaritana: "El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna" (Jn 4, 14).

Con respecto a este tema, la oración del salmo 62 se entrelaza con el canto de otro estupendo salmo, el 41: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo" (vv. 2-3). Ahora bien, en hebreo, la lengua del Antiguo Testamento, "el alma" se expresa con el término nefesh, que en algunos textos designa la "garganta" y en muchos otros se extiende para indicar todo el ser de la persona. El vocablo, entendido en estas dimensiones, ayuda a comprender cuán esencial y profunda es la necesidad de Dios: sin él falta la respiración e incluso la vida. Por eso, el salmista  llega  a poner en segundo plano la misma existencia física, cuando no  hay  unión con Dios:Tu gracia vale más que la vida" (Sal 62, 4). También en el salmo 72 el salmista repite al Señor: “Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. Mi carne y mi corazón se consumen: ¡Roca  de mi corazón, mi  porción,  Dios por siempre! (...) Para mí, mi bien es estar junto a Dios" (vv. 25-28).

En una lectura de ese salmo a la luz del misterio pascual, la sed y el hambre que nos impulsan hacia Dios, se sacian en Cristo crucificado y resucitado, del que nos viene, por el don del Espíritu y de los sacramentos, la vida nueva y el alimento que la sostiene.

* Segunda lectura: En esta carta, San Pablo nos recuerda nuestro bautismo y nuestra inserción en la vida de Cristo; nos hemos revestido de Cristo. Insiste, sobre todo en nuestra transformación en Cristo, de modo que ya no hay esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús. Aquí radica el punto central de este pasaje de la carta a los Gálatas. El bautismo es acto de fe en Cristo, Mesías doliente que, sin embargo, resucita. Es acto de fe que nos reviste de Cristo hasta el punto de asociarnos íntimamente a lo que Cristo hace. Su misterio pascual de muerte y resurrección es el nuestro. Revestidos de Cristo, debemos aceptar la cruz de cada día para resucitar con él. "Sumidos en la muerte con él, resucitamos con él", escribe San Pablo. Es, por consiguiente, todo un programa de vida lo que nos da el bautismo.

* Evangelio: Seguir a Cristo cargando con la cruz (Lc 9, 18-24)

Una vez más Jesús se deja conocer como el Mesías y quiere que los discípulos se convenzan realmente de lo que significa su persona. La muchedumbre no ha llegado todavía a hacerse una idea exacta de la personalidad de Cristo. Cuando pregunta a los apóstoles, éstos, que conocen los sentimientos del pueblo, se los refieren a Cristo. Pero este quiere provocar por su parte una nueva reacción con respecto a sí mismo. Es Pedro quien responde a la pregunta de Cristo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". La respuesta inmediata de Pedro es muy clara: "El Mesías de Dios".

Luego Jesús insiste que Él es el Mesías que sufre para rescatar a los hombres. Así pues, es sobre el anuncio de la Pasión sobre lo que debemos reflexionar, así como sobre las consecuencias de esta Pasión para todo discípulo de Cristo. Porque todos los que crean en el Mesías doliente y en la eficacia de sus sufrimientos deben compartir el peso de estos mismos sufrimientos. De este modo, Jesús da la consigna válida para la vida de todo cristiano: cargar con su cruz cada día; el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Jesús, la salvará.

Pero si el Mesías tiene que sufrir mucho, también resucitará. Todo el misterio pascual de Jesús, por consiguiente, está anunciado aquí. En adelante, los apóstoles ya conocen el itinerario de Jesús. ¿Pero lo comprendieron plenamente en aquel momento? Sería difícil afirmarlo. Los apóstoles dieron muestras de confusión con ocasión de los acontecimientos de la Pasión de Cristo (en quien habían creído, a pesar de todo) y esto nos hace pensar que no estaban excesivamente preparados.

Pero el acto de fe de Pedro en nombre de los apóstoles y la consiguiente predicción detallada del misterio de muerte y de resurrección que debe llevar a cabo el Mesías desembocan en la norma de conducta de todo cristiano: seguir a Cristo, tomar su cruz cada día. Quien quiera salvar su vida, la perderá; se trata de perder la vida para salvarla... Esta es “la locura de la cruz” que decía san Pablo.

Oración final:

Oh Dios, que en tu providencia admirable has querido asociar a la Virgen María al misterio de nuestra salvación, haz que, fieles a su consejo, pongamos en práctica todo lo que Cristo nos ha enseñado en el Evangelio. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

22/6/2013, Sábado de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 1-10)

Hermanos: Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor. Yo sé de un cristiano que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo?, Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir. De uno como ése podría presumir; lo que es yo, sólo presumiré de mis debilidades. Y eso que, si quisiera presumir, no diría disparates, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que se hagan una idea de mi sólo por lo que ven y oyen. Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Salmo responsorial (Sal 33, 8-9. 10-11. 12-13)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles  y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.

Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 24-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

22 junio 2013. Sábado de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy cada una de las lecturas de la misa nos aporta materia abundante para nuestra oración. Parecen pensadas para el momento actual. Es muy posible que al final de un curso intenso nos encontremos cansados y agobiados. Pidamos al Espíritu Santo que nos alcance luz para adentrarnos en el mensaje que el Señor quiere darnos, fuerza para acogerlo, y amor más intenso a Él, traducido en una mayor entrega a los demás.

1. “No estéis agobiados por la vida”. El evangelio de hoy nos habla del agobio hasta cinco veces. Es un día muy apropiado para preguntarnos por nuestras preocupaciones e inquietudes: ¿Me encuentro agobiado? ¿Me inquieto por una causa concreta o por motivos más bien difusos? ¿A qué o a quién acudo cuando estoy agobiado...?

Jesús conoce bien nuestras preocupaciones. Habla del “agobio de la vida”, que desglosa en tres necesidades: lo que hemos de comer, beber y vestir. ¿Siguen siendo éstas hoy nuestras inquietudes? ¡Cuántas preocupaciones por “el cuerpo”, es decir, por la propia imagen, por la moda, por buscar el agrado de otros, por conseguir, o mantener un “estatus”, o por tantas necesidades artificiales que nos creamos...!

2. “¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido?” El Señor nos hace mirar en otra dirección, nos hace ir a lo esencial, a lo que verdaderamente importa.

3. “¿No valéis vosotros más...?” ¿No provendrán nuestros agobios de haber olvidado un poco el sentido de nuestro valor y dignidad? “Los gentiles se afanan por esas cosas” porque piensan que “tanto tienes tanto vales”, y que el dinero es el motor del mundo. ¿No vendrán muchas preocupaciones de creer que nuestro valor está en las riquezas que atesoramos, y de habernos olvidado que nuestra dignidad procede de ser hijos de Dios? Cuando nos sabemos y sentimos amados del Padre todo cambia...

4. “Hombres de poca fe”. Jesús nos llama “hombres de poca fe” porque no percibimos que el Padre nos cuida, mucho más que a las aves del cielo y que a las flores del campo.

5. “No os agobiéis por el mañana”. Muchas veces vivimos preocupados porque no vivimos el momento presente, porque agrandamos los problemas con nuestra sensibilidad y con nuestra imaginación (la “loca de la casa”, como decía santa Teresa).

6. “Buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura”. Tratemos al Señor con confianza. Como un niño en brazos de su padre. Si nos abandonáramos en los brazos de Dios... Él lo sabe todo, lo puede todo y nos ama. Como reza la letra de “El senderito” que cantan las carmelitas: “Si Dios cuida de mí / ¿qué me puede faltar? / Ni un solo instante no me deja de mirar. / Mi vida suya es / cual diestro tejedor / la va tejiendo Él / con infinito amor”. Como rezamos en el salmo: “Gustad y ved qué bueno es el Señor...”. Y como concluye la primera lectura: “Te basta mi gracia... cuando soy débil, entonces soy fuerte”.

En resumen, Jesús nos transmite este mensaje hoy: Dios ya sabe que tenemos necesidades materiales, y conoce qué nos conviene en cada momento. Él está pendiente de cada criatura, y mucho más de nosotros, creados a su imagen y semejanza, y más aún, hijos en el Hijo. ¿Qué consecuencias prácticas nos deja este mensaje?

  • Vivir el momento presente. Dejar de lado los disgustos del mañana.
  • Considerar las riquezas como criaturas y no como señores. Solo Dios es mi Señor.
  • Buscando a Dios y sus cosas en la vida, todo lo demás nos lo dará por añadidura.
  • Vivir abandonados, confiados a Dios, en medio del mundo, como la flor del campo.

Oración final. Señor: Tú me sondeas y me conoces. Y te ríes de mis agobios. Que guste y vea “qué bueno eres, Señor”. Que comprenda que me basta tu gracia, y que tu fuerza se manifiesta en mi debilidad.

Anexo.

Os ofrezco dos fragmentos de meditaciones de Abelardo sobre este pasaje del evangelio, por si ayudan.

I. “Hoy, como la imaginación de muchísimas personas está fuertemente herida por los audiovisuales y la vida de sentidos, es difícil tener serenidad y paz para anclarse en Dios en el momento presente. La tentación nos lleva al pasado o al futuro. Suele traernos preocupaciones o incertidumbres: desganas, desconfianzas o desalientos. Contra esto lo mejor es vivir el ahora. «Temer a los males que puedan venirnos en el futuro, es como entrometerse en crear, es decir: dudar de que Dios es Padre» (santa Teresa de Lisieux). Jesús nos enseñó a no andar agobiados por el mañana, qué comeremos o vestiremos; por mucho que lo pensemos no podemos añadir un codo a nuestra estatura; busquemos primero el reino de Dios y todo lo demás se nos dará por añadidura. (cf. Mt 6, 33)” (Aguaviva, agosto 1991)

II. “Nuestro Señor Jesús dijo de las flores del campo que “no tejen ni hilan, pero ni el rey Salomón se vistió con mayor esplendor”. Nos alentó a contemplarlas e imitarlas. “No andéis preocupados por vuestra vida”. “Buscad el reino de Dios...” Creo que la contemplación de estas flores que nadie cuida, puede llevarnos a profundas y valiosas consideraciones. Veamos algunos rasgos de las florecillas del campo:

El primero de ellos es que carecen de protección. Nacen y crecen en el mayor desamparo. Nadie mitiga su pobreza ni reblandece la dureza de su suelo. Nadie las riega o las protege.

Un segundo rasgo: viven abandonadas a la Providencia divina. Están en tu mano, Señor. Tú las miras y las amas. Esto les basta. Y es que así fueron Jesús y la Virgen Madre en su vida oculta de Nazaret, sin olvidarnos de san José.

Un tercer rasgo de estas flores del campo es que son ignoradas de la gente. Por lo tanto, estas flores viven solo para Dios. Estas florecillas constituyen un ejemplo alentador para todos cuantos en el mundo buscan la perfección evangélica y pasan desapercibidos. No tienen quien les admire. No se habla de ellos. Viven en soledad idilios o tragedias, consuelos o sequedades. Roban las complacencias del Señor que le gusta “apacentarse entre lirios” (Ct 2, 1). Cuando se levantan huracanes que las azotan mandan más lejos su perfume.

¿No es hermoso vivir así en el mundo? Ten ánimo. Vive también tú así y siempre. No quieras trasplantes. Debes saber que Dios te ama y esto te basta. Feliz el alma que cree en su Amor”. (Aguaviva, diciembre 1998)

21/6/2013, Viernes de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11, 18. 21b-30)

Hermanos: Son tantos los que presumen de títulos humanos, que también yo voy a presumir. Pues, si otros se dan importancia, hablo disparatando, voy a dármela yo también. ¿Qué son hebreos?, también yo; ¿qué son linaje de Israel?, también yo; ¿qué son descendientes de Abrahán?, también yo; ¿qué sirven a Cristo?, voy a decir un disparate: mucho más yo. Les gano en fatigas, les gano en cárceles, no digamos en palizas y en peligros de muerte, muchísimos; los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apalea do, una vez me han apedreado, he tenido tres naufragios y pasé una noche y un día en el agua. Cuántos viajes a pie, con peligros de ríos, con peligros de bandoleros, peligros entre mi gente, peligros entre gentiles, peligros en la ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros con los falsos hermanos. Muerto de cansancio, sin dormir muchas noches, con hambre y sed, a menudo en ayunas, con frío y sin ropa. Y, aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?; ¿quién cae sin que a mí me dé fiebre? Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7)
R. El Señor libra a los justos de sus angustias.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 19-23)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! »

21 junio 2013. Viernes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

En los puntos de oración de este día haremos hincapié en lo que Dios nos pide como requisito para poder seguirle en profundidad: abandonar todo lo que nos ata en este mundo, dejando todo eso atrás para darnos por entero a Él, como Él se nos da. Como dicen, tanto la carta del Apóstol Santiago como el Evangelio de hoy, no tenemos que atarnos ni a títulos, ni al dinero, ni a bienes o placeres de esta tierra porque, aunque en realidad puedan ser cosas buenas en sí mismas, el peligro es poner el corazón y nuestra vida en ellas. Son placeres aparentes que no llenan el alma ya que ésta sólo es llenada por Dios; por lo tanto si de algo tenemos que presumir que no sea de lo que ganamos en este mundo, sino de sentirnos amado por Dios.

Le pedimos a la Santísima Virgen que nos dé fortaleza para vencer todas las dificultades que salgan a nuestro encuentro, en el día a día, y para no cansarnos nunca de anunciar que Dios nos ama con locura.

20/6/2013, Jueves de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11, 1-11)

Hermanos: Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis. Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta. Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que yo predico, os propone un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y lo toleráis tan tranquilos. ¿En qué soy yo menos que esos apóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como os lo he demostrado siempre y en todo. ¿Hice mal en abajarme para elevaros a vosotros? Lo digo porque os anuncié de balde el Evangelio de Dios. Para estar a vuestro servicio, tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con vosotros, aunque pasara necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada. Lo digo con la verdad de Cristo que poseo; nadie en toda Acaya me quitará esta honra. ¿Por qué?, ¿por qué no os quiero? Bien lo sabe Dios.

Salmo responsorial (110, 1-2. 3-4. 7-8)
R. Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R.

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. R.

Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás, se han de cumplir con verdad y rectitud. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 7-15)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

20 junio 2013. Jueves de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Dentro de las obras escritas por Mons. Tihamer Toth, se encuentra una titulada ¡Padrenuestro! Os transcribo sus primeras líneas, para que os animéis a leer el texto completo cuando podáis... Os dejo un enlace directo de la obra para descargar...

"Suavemente se levanta el astro rey por encima de las regiones silenciosas de Tierra Santa.., y aquel hombre solitario sigue arrodillado, abismado en la oración, y eso que la comenzó la noche anterior con el despuntar de las primeras estrellas.

            Toda la noche la pasó el Señor sumido en el silencio de una oración ferviente. Solo, apartado de sus discípulos; absorta su alma alabando al Padre celestial. Hasta que al fin, ya entrada la mañana, se atreven los apóstoles a acercársele. Y uno de ellos, que siente el atractivo de la infinita dulzura de aquella mirada de Cristo completamente transfigurada, suplica fervorosamente: "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 9,1).

            Acaba de llegar uno de los momentos más trascendentales de la vida de Jesucristo, en que va a regalar a la pobre humanidad un don cuyas consecuencias no se atenuarán hasta el final de los tiempos. Va a dar al mundo un modelo de oración que sirva de guía por los siglos de los siglos. Va a enseñar a los hombre una oración que nunca dejará de resonar en los labios humanos mientras haya un corazón cristiano sobre la tierra, una oración que reavivará con fuerza a las almas que buscan a Dios... Va a oírse por vez primera en la tierra "LA ORACIÓN DEL SEÑOR". Por vez primera el mundo va a escuchar el "PADRENUESTRO"

            Para que te des cuenta de la importancia de esta oración y la medites, he escrito este libro.

            Me parece ver la sorpresa pintada en el rostro de mis lectores.

            ¿Cómo? ¿Para meditar la oración del "PADRENUESTRO"? ¡Si la conocemos tan bien! ¡Hace ya muchos años, desde la infancia, que la estamos rezando, día tras día! ¡Podríamos recitarla hasta en sueños! ¿Qué se podrá decir de esta oración en tantas páginas?

            Tenéis razón, mis queridos lectores: la rezamos a diario.., pero ¿la rezamos bien? La rezamos a diario.., pero ¿sabemos realmente lo que decimos al pronunciarla? Si yo quiero dedicar este libro a la explicación del Padrenuestro, lo hago precisamente para que, meditando cada una de sus palabras, lleguemos a conocer el inagotable tesoro sobrenatural que tenemos en la oración del Señor; lo hago para que sintamos los deberes que el mismo nos impone, y aprendamos a andar por el camino que nos señala.

            ¿Cuál será, pues, el objeto de mis explicaciones? Examinar antes de nada cómo se manifiesta en el Padrenuestro la voluntad del Señor y la obligación del hombre, y mostrar también cómo hemos de volcar, aun sobre las manifestaciones más ordinarias de la vida diaria, el espíritu del Padrenuestro.

            Pero antes de empezar la explicación y emprender, en compañía de mis lectores, un camino tan largo, tengo que decir unas palabras de aliento. Es natural. Al fin y al cabo, antes de acometer tamaña empresa hemos de saber si vale o no la pena el esfuerzo. Porque el hombre sólo cava una mina donde espera encontrar oro o metal noble. Y antes de hacerlo taladra el suelo a manera de ensayo, y si esta operación da un resultado satisfactorio, entonces emprende el trabajo.

¡Espero haberte abierto boca.., para que sigas orando y leyendo..,  mi querido amigo--. Si así fuera puedes descargar la obra completa en el siguiente enlace directo:

https://dl.dropboxusercontent.com/u/24822884/PADRENUESTRO%20-%20MONS.%20TIHAMER%20TOTH/Padrenuestro.%20Monse%C3%B1or%20Tihamer%20Toth.pdf

19/6/2013, Miércoles de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9, 6-11)

Hermanos: El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia. Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios.

Salmo responsorial (Sal 111, 1-2. 3-4. 9)
R. Dichoso quien teme al Señor.

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R.

En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 1-6. 16-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

19 junio 2013. Miércoles de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

            Iniciamos nuestra oración muy cerca de la Virgen para que nos acerque al Señor: ¡Madre, ya que Dios quiso venir a los hombres a través de ti; llévanos tú, ahora, a Jesús!

            El Corazón de Jesús pretende representar el amor que Dios nos tiene. El corazón está cargado de misericordia y por ello pagó con su misericordia nuestros desprecios e incluso hasta la muerte con la que castigamos a nuestro Señor Jesucristo.

            Te invito en este rato de oración a amar a Jesús de una forma completa, como lo amaba la Virgen. Dicen que Dios amaba tan tiernamente a su Hijo Jesús que hizo a la Virgen para poder amarlo con un amor humano; por eso le pedimos a María que nos enseñe a amar a Jesús.

            Para llevar a la práctica este amor tan generoso al Corazón de Dios te animo a hacerlo mediante la reconciliación: piensa en alguno de tus hermanos o amigos con el que has tenido un problema, has discutido o le has hecho daño de alguna manera y piensa la manera de reconciliarte con él. De la misma manera, pensando en la reconciliación con Dios, trata de hacer una buena confesión que te reconcilie con Dios.

            De la misma manera piensa en una obra de misericordia que puedas realizar; pero tanto tu oración como tu obra de misericordia, llévalos a cabo sin que nadie se dé cuenta, como nos dice el evangelio de hoy: así Dios que ve en lo escondido te lo recompensará.

18/6/2013, Martes de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8, 1-9)

Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros. En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.

Salmo responsorial (Sal 145, 2. 5-6. 7. 8-9a)
R. Alaba, alma mía, al Señor.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente. R.

Que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 43-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

18 junio 2013. Martes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nadie puede decir el nombre de Dios si no es con la gracia del Espíritu Santo. Acudamos pues al Amor para meditar hoy la palabra del mismo Jesús. Recostemos nuestra cabeza en manos de María y, al hacernos niños, entenderemos mejor.

“¡Sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto!”

Este atributo de Dios, nos dice Jesús, es el que tenéis de modelo. Y lo concreta en: AMAR A LOS ENEMIGOS y ORAR POR LOS QUE NOS PERSIGUEN.

Y algunos ejemplos del perfecto Padre es que hace salir el sol y envía la lluvia sobre buenos y malos.

Estamos hablando de la magnanimidad de corazón con una doble actitud;

  • Activa; si me persiguen, odian, injurian…estoy obligado a amar y orar
  • Generosa, imparcial; seguir regalando “sol y agua” al que me hace mal y al que me trata bien.

¡SED PERFECTOS!

¡Casi nada, nos manda el Señor! ¿Quién de nosotros ama y ora por sus contrarios? Para ello, sabemos que, primero debemos destilar de nuestro corazón, la ponzoña amarga del rencor, la ira, el orgullo herido. Cuánto trabajito para perdonar y cuánta gracia de Dios hemos experimentado para dar ese paso, en ocasiones.

¿Quién se aproxima, al otro día de ser ofendido, al lado del ofensor y le regala el sol de su sonrisa y el agua de la amabilidad? ¿A quién no se le enturbia el agua del propio corazón cuando escucha ofensas, críticas? Por el contrario, ¡cómo nos hincha escuchar alabanzas y reconocimientos!; prueba de lo alejado que está nuestro corazón de la VERDAD de lo que somos.

¡Uf! esto, es más que durillo. Ciertamente hay mucha cuesta arriba. ¡Qué bien conoce Jesús donde nos aprieta el zapato!: como para salir corriendo. Pero hay algo que nos dice que ¡SÍ! Que es por aquí, por este caminito empinado, por donde nos liberaremos de las secuelas del odio, la revancha, el rencor.

La meta ciertamente está muy, muy arriba. Pienso que cuando seamos capaces, en cada ofensa, de amar, orar y seguir regalando paz estaremos a la altura de la santidad que nos pide el Padre del Cielo.

La realidad tozuda de nuestro fracaso, en vivir así, es evidente. ¿Y ahora qué? Pienso que por nuestras propias fuerzas sería inalcanzable conseguir esa grandeza de corazón. Hay otro corazón, inmenso como la misma Creación, abierto y destrozado a un tiempo. El, experimentó voluntariamente ser torturado para liberarnos de los cerrojos, que en el nuestro, pone el odio y la amargura. ¡Sin mí no podéis hacer NADA! Vamos a esta fuente a beber misericordia, comprensión, olvido de ofensas; en ella se regala ternura (para uno y los demás).

El Padre del Cielo que exige tantísimo a nuestra alma, nos ha regalado en su amado hijo la luz, fuerza y consuelo para vencer en estas batallas: “venid a mí y yo os liberaré”. El truco está aquí; ID A ÉL y TODO SE HARÁ POCO.

Abismos de lucha que experimentamos pero montañas de misericordia y amor que nos alcanza Santa María; la delicada mano que, junto a nosotros, en la cuesta empinada de nuestra vida, nos va diciendo. ¡Ánimo, hijo mío!

17/6/2013, Lunes de la XI semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10)

Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Salmo responsorial (Sal 97,1.2-3ab.3cd-4)
R. El Señor da a conocer su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-42)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.»

17 junio 2013. Lunes de la XI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración para comenzar:

Corazón Santísimo de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, te ofrecemos las oraciones, trabajos, alegrías y sufrimientos de este día… para reparar las ofensas que se cometen contra ti y para unirnos siempre a las intenciones con que inmolas continuamente sobre nuestros altares.

Seguimos intentando conocer el Corazón de Cristo durante este mes de junio. Cada pasaje del Evangelio es una oportunidad para ello. En el texto de Mateo que leemos hoy, hay una explicación nueva de la ley. Llevamos leyendo estos días de tiempo ordinario, todo este capítulo quinto en que se nos presenta la nueva doctrina. La ley antigua, judaica, ha de ser superada: No he venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento. La antigua ley era la de la norma por la norma, y la nueva ley es la de la norma por el amor. Jesús dice que viene a dar plenitud a le ley, y este es el camino: el amor. El amor llevará a cumplir los mandamientos y las demás normas menores derivadas de aquellos. Pero si las normas matan el amor hay que desterrarlas.

En el pequeño texto de hoy Jesucristo concreta uno de esos pasos del cambio de ley. Frente al ojo por ojo; es decir, a tratar a los demás como nos tratan ellos, Jesús establece el perdón, la donación, el abandono, la compañía, la limosna… el amor. No hay que pensar en lo que me han hecho, en la justicia humana que dictan las normas humanas; por encima de ellas está el amor, el darse, el adelantarse a amar. No sólo dar cuando me lo piden, sino dar antes de que me lo pidan. No sólo dar lo que me piden, sino dar más de lo que me piden.

Les costaría a aquellos judíos que vivían la ley como símbolo de la nación de la alianza con Dios, dar el paso a este nuevo concepto de ley amor. De hecho esto le costó la vida. El poder religioso establecido no podía permitir que se les quitase de en medio con esta ley tan popular en la que apenas si ellos eran necesarios. El pueblo llano sí que entendió pronto esta nueva ley, por eso las prostitutas y los publicanos se adelantaron a todos los demás en el seguimiento de Jesús.

Este es el Corazón de Cristo, un corazón que perdona, un corazón que ama, un corazón que se adelanta…; un corazón abierto para dejar entrar a todos los que quieran, un corazón que palpita por cada uno de los hombres y mujeres de esta humanidad tan huérfana; un corazón que ha lavado todas nuestras culpas y nos ha ganado la redención…

Sagrado Corazón de Jesús en ti, sí confío.

16/6/2013, Domingo de la XI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del segundo libro de Samuel (12, 7-10. 13)

En aquellos días, Natán dijo a David: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor, puse sus mujeres en tus brazos, te entregué la casa de Israel y la de Judá, y, por si fuera poco, pienso darte otro tanto. ¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo que a él le parece mal? Mataste a espada a Urías, el hitita, y te quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías."» David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!» Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.»

Salmo responsorial (Sal 31, 1-2. 5. 7. 11)
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. R.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (2, 16. 19-21)

Hermanos: Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús. Por eso, hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por cumplir la Ley. Porque el hombre no se justifica por cumplir la Ley. Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí. Yo no anulo la gracia de Dios. Pero, si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 36-8, 3)

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: -«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.» Jesús tomó la palabra y le dijo: -«Simón, tengo algo que decirte.» Él respondió: - «Dímelo, maestro.» Jesús le dijo: -«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: -«Supongo que aquel a quien le perdonó más.» Jesús le dijo: - «Has juzgado rectamente.» Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.» Y a ella le dijo: -«Tus pecados están perdonados.» Los demás convidados empezaron a decir entre sí: -«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: -«Tu fe te ha salvado, vete en paz.» Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

16 junio 2013. Domingo de la XI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

En el evangelio de este domingo es fácil seguir el proceso que nos propone san Ignacio de Loyola para la oración y contemplación de cada día.

Puestos en la presencia del Señor, es el primer momento con la oración preparatoria. Este es el momento del ofrecimiento de todos los momentos del día.

A continuación, traer la historia que voy a contemplar. Aquí será leer con detenimiento el texto que hoy nos propone el Evangelio, que es este:

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús  que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con perfume. Al ver esto el fariseo que lo había invitado se dijo: -“Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora”…

Esta es la primera parte de este evangelio. Sigue leyendo hasta el final.

Después, la composición de lugar.  Métete en la escena, “como si presente te hallares”.

¿Cuál es tu actitud ante el comportamiento atrevido de esta mujer con el Señor? ¿Qué es lo que más te impresiona?

Hay un diálogo entre Jesús y el fariseo. Jesús quiere justificar la razón por la cual le perdona los pecados de esta mujer, pecadora y   afirma que por su fe se ha salvado y le comunica la paz.

Esta mujer no dice ni una palabra. Su lenguaje son las obras del amor. Así habla: se pone a los pies de Jesús, llora porque reconoce sus pecados y ofrece lo que tiene, sus lágrimas, el perfume, sus besos… Así conquista el corazón de Cristo. La cena  del fariseo queda en la penumbra mientras que resplandece la luz corazón misericordioso de Cristo, y el gozo de la mujer perdonada. Nos pide una condición necesaria para que se nos perdonen nuestros pecados: acercarnos a él, reconocer nuestros pecados y buscar el perdón. Esto es lo que sucede cada vez nos acercamos al sacramento de la Reconciliación y escuchamos. “Tus pecados están perdonados”. Pero tengo que acercarme a Jesús como lo que soy, pecador, y recibir la salvación y la paz.

Y san Ignacio continúa: Demandar lo que quiero, lo que necesito” y él nos lo recuerda: “Conocimiento interno de Jesús, para más amarle y seguirle”.

Termino con unas palabras del Papa Francisco  el día de la fiesta del Corazón de Cristo, 7 de junio 2013.

“Un Dios que se hace cercano por amor, camina con su pueblo y este caminar llega a un punto que es inimaginable. Es impensable que el mismo Señor se haga uno de nosotros y camine con nosotros, permanezca con nosotros, permanezca en su Iglesia, permanezca en la Eucaristía, permanezca en su Palabra, permanezca en los pobres, permanezca con nosotros caminando. Y esta es la oración de la cercanía: el Pastor cercano a su rebaño, cercano a sus ovejas, que conoce una a una”.

15/6/2013, Sábado de la décima semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5, 14-21)

Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo -, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no habla pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 33-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»

15 junio 2013. Sábado de la décima semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

            Realmente, en las lecturas de la liturgia de estos días el Señor nos está tratando de una manera exigente a los que decimos ser seguidores suyos. En las del jueves pasado, por ejemplo, Jesús nos dijo: “Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Y también: “Todo el que esté peleado con su hermano será procesado”. Y pensaba yo: ¿Quiénes son los actuales escribas y fariseos? ¿Con quién estoy yo peleado?  Se me ocurría que los escribas actuales son aquellos que nos dicen qué es lo qué se debe o no hacer, qué es lo que está de moda y qué es lo adecuado a estos tiempos. Aquellos que nos dicen que no hay que ser demasiado exagerado en la vivencia cristiana de le fe, aquellos que nos dicen que es mejor relegarla al ámbito privado, para no parecer demasiado radical. Los escribas y fariseos actuales nos hablan de lo políticamente correcto. Son, en definitiva, aquellos que nos proponen ser simplemente buena gente. Es cierto que los que viven así no hacen daño a nadie, pero el Señor nos dice que eso no es suficiente. No, no es suficiente para entrar en el reino de los cielos.

            También nos dice el Señor que estar peleado (no especifica si por propia culpa o no) con un hermano es un escándalo para un cristiano y que, por tanto, merece ser procesado. No estar peleado implica algo más que no atacar a alguien, supone una actitud activa de buscar la reconciliación. Implica algo más que no contribuir a la contaminación del ambiente, supone trabajar para purificar y oxigenar ese ambiente, o esa relación.

            Ayer nos decía el evangelio: Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Oír esta sentencia en estos días de inicio de verano, es todo un aldabonazo a nuestra concupiscencia. No se trata sólo de ser externamente correcto, se trata de ser íntegro y puro en lo íntimo del corazón.

            Por último, en el evangelio de hoy, Jesús dirá a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso (…) pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra (…) A vosotros os basta decir "sí" o "no"». En un mundo en el que la palabra dada no tiene valor alguno, en el que todo testimonio es dudoso, en el que la verdad es relativa, la palabra de Dios suena completamente anacrónica.

            Y es que lo que Jesús nos plantea es una nueva sociedad, frente a la realidad que nos plantea nuestro mundo y que está representado en “lo que se dijo a los antiguos”. Una sociedad basada en una actitud de caridad activa, en la que no basta con no hacer mal a nadie sino que hay que hacer el bien. No basta con ser bueno, hay que ser santo. Nos basta con no manchar la dignidad de la persona, sea hombre o mujer, sino que hay que trabajar para elevarla a la dignidad que le corresponde. No es suficiente con no jurar. Hay que propagar la verdad bien alto. No se trata de nos destruir, se trata de construir la nueva civilización del amor impulsada por los últimos Papas. Hay que salir a las calles, nos dijo el Papa Francisco.

            Este es el reto que tenemos planteado los cristianos. Que la Virgen de la Visitación nos ayude a vivir esto en completo olvido de uno mismo, venciendo la pereza y la comodidad.

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