“Edificó su casa sobre roca…” (Mt 7, 24)
Y esto nos recuerda la promesa de Jesús a Pedro: “Tú eres Pedro (Roca), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18). La casa de nuestra vida espiritual hemos de edificarla sobre la roca firme de la Iglesia. Solo así superará la fuerza de las lluvias, de los vientos, de los elementos. Que no son más que las pruebas, luchas y miserias que jalonan cada uno de los días de nuestra vida.
Contemplemos hoy en nuestra oración a la Iglesia que sustenta y fundamenta nuestra vida con sus sacramentos, con su doctrina, con su protección.
Amar a la Iglesia, secundar a la Iglesia, sentir con la Iglesia. Tres luminarias para nuestra oración.
Amar a la Iglesia, sacramento universal de salvación entre los hombres. Amar a la Iglesia, misterio profundo de Dios que ha puesto su tienda en medio de nuestro barro. Amar a la Iglesia, proyecto maravilloso del Padre que Jesús –el enviado- ha realizado con el poder del Espíritu Santo. Amar a la Iglesia, lugar donde el Padre llama y ama, donde el Hijo sana y salva, donde el Espíritu Santo libera y vivifica. Amar la Iglesia, sal y luz de todas las naciones. Amar la Iglesia, único rebaño del único Pastor.
Secundar la Iglesia en sus orientaciones y doctrina. Secundar la Iglesia en sus propósitos y deseos. Secundar la Iglesia en sus pastores y guías. Secundar la Iglesia en sus llamamientos y en sus necesidades. Secundar a la Iglesia en sus directrices y consejos. Secundarla y defenderla ante críticas, ofensas o falsedades.
Y sentir con la Iglesia. Como nos pide san Ignacio en sus Ejercicios Espirituales. Sentir con la Iglesia es decir que participamos de sus gozos y de sus sufrimientos. Sentir con la Iglesia es decir que la Iglesia es un verdadero ideal en nuestras mentes. Sentir con la Iglesia es decir que la Iglesia está metida en lo más hondo del corazón. Sentir con la Iglesia es decir que nos reunimos gozosos en torno al Altar, donde la Iglesia se encuentra de modo especial con Jesucristo su Esposo. Sentir con la Iglesia es decir que nos amamos todos como hermanos, entre los brazos de nuestra Madre la Santa Iglesia Católica. Sentir con la Iglesia es decir que ardemos en celo apostólico y llevamos a todos la salvación de Jesucristo. Sentir con la Iglesia es decir que no tenemos más que un sueño dorado: llegar a morir en el seno de la Iglesia.
Preparémonos así para celebrar el próximo sábado, día 29, la festividad de san Pedro y san Pablo, el día tradicionalmente dedicado al santo Padre, cabeza visible de la Iglesia.