Realmente, en las lecturas de la liturgia de estos días el Señor nos está tratando de una manera exigente a los que decimos ser seguidores suyos. En las del jueves pasado, por ejemplo, Jesús nos dijo: “Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Y también: “Todo el que esté peleado con su hermano será procesado”. Y pensaba yo: ¿Quiénes son los actuales escribas y fariseos? ¿Con quién estoy yo peleado? Se me ocurría que los escribas actuales son aquellos que nos dicen qué es lo qué se debe o no hacer, qué es lo que está de moda y qué es lo adecuado a estos tiempos. Aquellos que nos dicen que no hay que ser demasiado exagerado en la vivencia cristiana de le fe, aquellos que nos dicen que es mejor relegarla al ámbito privado, para no parecer demasiado radical. Los escribas y fariseos actuales nos hablan de lo políticamente correcto. Son, en definitiva, aquellos que nos proponen ser simplemente buena gente. Es cierto que los que viven así no hacen daño a nadie, pero el Señor nos dice que eso no es suficiente. No, no es suficiente para entrar en el reino de los cielos.
También nos dice el Señor que estar peleado (no especifica si por propia culpa o no) con un hermano es un escándalo para un cristiano y que, por tanto, merece ser procesado. No estar peleado implica algo más que no atacar a alguien, supone una actitud activa de buscar la reconciliación. Implica algo más que no contribuir a la contaminación del ambiente, supone trabajar para purificar y oxigenar ese ambiente, o esa relación.
Ayer nos decía el evangelio: Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Oír esta sentencia en estos días de inicio de verano, es todo un aldabonazo a nuestra concupiscencia. No se trata sólo de ser externamente correcto, se trata de ser íntegro y puro en lo íntimo del corazón.
Por último, en el evangelio de hoy, Jesús dirá a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso (…) pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra (…) A vosotros os basta decir "sí" o "no"». En un mundo en el que la palabra dada no tiene valor alguno, en el que todo testimonio es dudoso, en el que la verdad es relativa, la palabra de Dios suena completamente anacrónica.
Y es que lo que Jesús nos plantea es una nueva sociedad, frente a la realidad que nos plantea nuestro mundo y que está representado en “lo que se dijo a los antiguos”. Una sociedad basada en una actitud de caridad activa, en la que no basta con no hacer mal a nadie sino que hay que hacer el bien. No basta con ser bueno, hay que ser santo. Nos basta con no manchar la dignidad de la persona, sea hombre o mujer, sino que hay que trabajar para elevarla a la dignidad que le corresponde. No es suficiente con no jurar. Hay que propagar la verdad bien alto. No se trata de nos destruir, se trata de construir la nueva civilización del amor impulsada por los últimos Papas. Hay que salir a las calles, nos dijo el Papa Francisco.
Este es el reto que tenemos planteado los cristianos. Que la Virgen de la Visitación nos ayude a vivir esto en completo olvido de uno mismo, venciendo la pereza y la comodidad.