2 junio 2013. Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Ciclo C) – Puntos de oración


En esta fiesta del Corpus Cristi el Señor se quiere hacer presente en todos los rincones de la tierra. Hay muchas personas bautizadas que hace tiempo no entran en las iglesias o capillas donde se encuentra presente sacramentalmente. Y nos está esperando.

En este día Jesús se quiere hacerse  presente a todas las personas que se acerquen. Hoy la presencia de Jesús invade las calles de nuestros pueblos y ciudades. En unas con esplendor y solemnidad  y en  otras  en medio de la sencillez, pero en todos los lugares de la tierra, repartiendo paz, gozo, alegría y esperanza en medio de las pruebas.

 Algunos recordaréis  esta canción que se ha cantado  a Jesús en la Eucaristía  y en la procesión del Corpus Cristi a lo largo de muchos años:

Cantemos al amor de los amoresCantemos al Señor.Dios está aquí, ¡venid adoradoresAdoremos, a Cristo Redentor!¡Gloria a Cristo JesúsCielos y tierra, bendecid al SeñorHonor y gloria a Ti, rey de la gloriaAmor por siempre a TiDios del amor!


Los balcones y el pavimento, en multitud de calles por las que pasará el Santísimo, se engalanan y se llenan de música y canciones que se alternan con silencios de adoración  a Jesús Eucaristía.

Salgamos de nuestra rutina y comodidad y abramos el corazón  para recibir  a Cristo Eucaristía en este Domingo especial.

El maná que recibimos en la Eucaristía no es como el que recibió el pueblo de Israel  en el desierto. Este maná es el mismo Cuerpo y Sangre de Cristo, entregado por nosotros  a lo largo de su vida, muerte y resurrección.

Jesús en la Eucaristía nos espera, no solamente para bendecirle, pedirle  por nuestras necesidades y darle gracias por todos los beneficios recibidos…

Nos espera para llenarnos y colmarnos de su amor. Con un amor que no se puede describir. Nos ama tanto que nos da su Cuerpo y Sangre. Pregúntale a la Virgen María que te ayude a vivir este misterio. Si le tomo con amor me convierto en otro cristo  que pasea por las calles de la ciudad donde vivo. Y haré lo que Él hace: saciar a los hambrientos y sedientos con el verdadero pan  y con la sangre entregada

Este es el Aleluya, que se recita antes de la proclamación del evangelio de hoy: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo –dice el Señor- ; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Pregúntale a Jesús que te explique lo que quiere decir con esta frase. ¿Recuerdas alguna persona que haya sido capaz de afirmar lo que Jesús dice de sí mismo? Sin alimento no se puede vivir.  El pan, para occidente es el alimento básico. Cuando falta el pan  en una familia está a punto de convivir con la miseria. Esto que lo entendemos en el aspecto fisiológico, no lo descubrimos, por falta de fe cuando no nos alimentamos de este pan vivo que es Cristo.

El que coma de este pan vivirá para siempre.

Jesús se define como pan vivo que ha bajado del cielo, se ha encarnado precisamente, ha bajado del cielo para divinizarnos, para  vivir eternamente junto a Él. Nos pide una condición necesaria; que le comamos. Pero para comerle hay que saber lo que recibimos y debemos estar preparados para ello. No se puede recibir este Pan sin la visión de fe que es a Dios a quien recibimos y  tenemos que estar limpios. Tan limpios como el alma de los niños que han tomado la primera comunión en estos días y que están dispuestos a no separarse jamás de su mejor Amigo, Jesús.

Y para terminar  una cita de Santo Tomás de Aquino, un enamorado  de la Eucaristía:

“La suavidad de este Sacramento, nadie puede expresarla. La dulzura espiritual  se saborea en su fuente. Se evoca den el recuerdo de la admirable caridad que Cristo mostró en su Pasión…  Para provecho de todos, vivos y difuntos, se ofrece el sacrificio que para bien de todos fue instituido”.

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