En el evangelio de este domingo es fácil seguir el proceso que nos propone san Ignacio de Loyola para la oración y contemplación de cada día.
Puestos en la presencia del Señor, es el primer momento con la oración preparatoria. Este es el momento del ofrecimiento de todos los momentos del día.
A continuación, traer la historia que voy a contemplar. Aquí será leer con detenimiento el texto que hoy nos propone el Evangelio, que es este:
“En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con perfume. Al ver esto el fariseo que lo había invitado se dijo: -“Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora”…
Esta es la primera parte de este evangelio. Sigue leyendo hasta el final.
Después, la composición de lugar. Métete en la escena, “como si presente te hallares”.
¿Cuál es tu actitud ante el comportamiento atrevido de esta mujer con el Señor? ¿Qué es lo que más te impresiona?
Hay un diálogo entre Jesús y el fariseo. Jesús quiere justificar la razón por la cual le perdona los pecados de esta mujer, pecadora y afirma que por su fe se ha salvado y le comunica la paz.
Esta mujer no dice ni una palabra. Su lenguaje son las obras del amor. Así habla: se pone a los pies de Jesús, llora porque reconoce sus pecados y ofrece lo que tiene, sus lágrimas, el perfume, sus besos… Así conquista el corazón de Cristo. La cena del fariseo queda en la penumbra mientras que resplandece la luz corazón misericordioso de Cristo, y el gozo de la mujer perdonada. Nos pide una condición necesaria para que se nos perdonen nuestros pecados: acercarnos a él, reconocer nuestros pecados y buscar el perdón. Esto es lo que sucede cada vez nos acercamos al sacramento de la Reconciliación y escuchamos. “Tus pecados están perdonados”. Pero tengo que acercarme a Jesús como lo que soy, pecador, y recibir la salvación y la paz.
Y san Ignacio continúa: Demandar lo que quiero, lo que necesito” y él nos lo recuerda: “Conocimiento interno de Jesús, para más amarle y seguirle”.
Termino con unas palabras del Papa Francisco el día de la fiesta del Corazón de Cristo, 7 de junio 2013.
“Un Dios que se hace cercano por amor, camina con su pueblo y este caminar llega a un punto que es inimaginable. Es impensable que el mismo Señor se haga uno de nosotros y camine con nosotros, permanezca con nosotros, permanezca en su Iglesia, permanezca en la Eucaristía, permanezca en su Palabra, permanezca en los pobres, permanezca con nosotros caminando. Y esta es la oración de la cercanía: el Pastor cercano a su rebaño, cercano a sus ovejas, que conoce una a una”.