23 junio 2013. Domingo de la XII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

* Primera lectura: “Alzarán los ojos hacia el que traspasaron” (Zac 12, 10-11)

San Juan, en el capítulo 19, 37 (texto que se lee en la fiesta del Sagrado Corazón, ciclo B), utiliza este pasaje de Zacarías para aplicarlo a Cristo. Quizá nos preguntamos a quién tenía en mente el profeta cuando presentaba a alguien que debía ser traspasado y atraer sobre sí las miradas.   Conocemos el pasaje en que Zacarías representa al rey-mesías cabalgando sobre un asno (9, 9-10).       En nuestro capítulo (12) ese rey-mesías incomprendido ha sido muerto. Pero el sufrimiento de ese rey-mesías, y los sufrimientos de Jerusalén, que le ha dado muerte, purificarán la Ciudad. Aquí recordamos el poema del siervo doliente, descrito por Isaías en el capítulo 53.

La lectura del profeta nos ayuda a meditar el evangelio de hoy sobre los sufrimientos del Mesías y la eficacia de su Pasión purificadora. Pero también es preciso que nos unamos y participemos en la cruz del que ha sido traspasado.

* Salmo responsorial: Ya el profeta Jeremías había proclamado: el Señor es "manantial de aguas vivas", y había reprendido al pueblo por haber construido "cisternas agrietadas, que no retienen el agua" (Jr 2, 13). Jesús mismo exclamará en voz alta: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba, el que crea en mí" (Jn 7, 37-38). En pleno mediodía de una jornada soleada y silenciosa, promete a la samaritana: "El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna" (Jn 4, 14).

Con respecto a este tema, la oración del salmo 62 se entrelaza con el canto de otro estupendo salmo, el 41: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo" (vv. 2-3). Ahora bien, en hebreo, la lengua del Antiguo Testamento, "el alma" se expresa con el término nefesh, que en algunos textos designa la "garganta" y en muchos otros se extiende para indicar todo el ser de la persona. El vocablo, entendido en estas dimensiones, ayuda a comprender cuán esencial y profunda es la necesidad de Dios: sin él falta la respiración e incluso la vida. Por eso, el salmista  llega  a poner en segundo plano la misma existencia física, cuando no  hay  unión con Dios:Tu gracia vale más que la vida" (Sal 62, 4). También en el salmo 72 el salmista repite al Señor: “Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. Mi carne y mi corazón se consumen: ¡Roca  de mi corazón, mi  porción,  Dios por siempre! (...) Para mí, mi bien es estar junto a Dios" (vv. 25-28).

En una lectura de ese salmo a la luz del misterio pascual, la sed y el hambre que nos impulsan hacia Dios, se sacian en Cristo crucificado y resucitado, del que nos viene, por el don del Espíritu y de los sacramentos, la vida nueva y el alimento que la sostiene.

* Segunda lectura: En esta carta, San Pablo nos recuerda nuestro bautismo y nuestra inserción en la vida de Cristo; nos hemos revestido de Cristo. Insiste, sobre todo en nuestra transformación en Cristo, de modo que ya no hay esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús. Aquí radica el punto central de este pasaje de la carta a los Gálatas. El bautismo es acto de fe en Cristo, Mesías doliente que, sin embargo, resucita. Es acto de fe que nos reviste de Cristo hasta el punto de asociarnos íntimamente a lo que Cristo hace. Su misterio pascual de muerte y resurrección es el nuestro. Revestidos de Cristo, debemos aceptar la cruz de cada día para resucitar con él. "Sumidos en la muerte con él, resucitamos con él", escribe San Pablo. Es, por consiguiente, todo un programa de vida lo que nos da el bautismo.

* Evangelio: Seguir a Cristo cargando con la cruz (Lc 9, 18-24)

Una vez más Jesús se deja conocer como el Mesías y quiere que los discípulos se convenzan realmente de lo que significa su persona. La muchedumbre no ha llegado todavía a hacerse una idea exacta de la personalidad de Cristo. Cuando pregunta a los apóstoles, éstos, que conocen los sentimientos del pueblo, se los refieren a Cristo. Pero este quiere provocar por su parte una nueva reacción con respecto a sí mismo. Es Pedro quien responde a la pregunta de Cristo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". La respuesta inmediata de Pedro es muy clara: "El Mesías de Dios".

Luego Jesús insiste que Él es el Mesías que sufre para rescatar a los hombres. Así pues, es sobre el anuncio de la Pasión sobre lo que debemos reflexionar, así como sobre las consecuencias de esta Pasión para todo discípulo de Cristo. Porque todos los que crean en el Mesías doliente y en la eficacia de sus sufrimientos deben compartir el peso de estos mismos sufrimientos. De este modo, Jesús da la consigna válida para la vida de todo cristiano: cargar con su cruz cada día; el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Jesús, la salvará.

Pero si el Mesías tiene que sufrir mucho, también resucitará. Todo el misterio pascual de Jesús, por consiguiente, está anunciado aquí. En adelante, los apóstoles ya conocen el itinerario de Jesús. ¿Pero lo comprendieron plenamente en aquel momento? Sería difícil afirmarlo. Los apóstoles dieron muestras de confusión con ocasión de los acontecimientos de la Pasión de Cristo (en quien habían creído, a pesar de todo) y esto nos hace pensar que no estaban excesivamente preparados.

Pero el acto de fe de Pedro en nombre de los apóstoles y la consiguiente predicción detallada del misterio de muerte y de resurrección que debe llevar a cabo el Mesías desembocan en la norma de conducta de todo cristiano: seguir a Cristo, tomar su cruz cada día. Quien quiera salvar su vida, la perderá; se trata de perder la vida para salvarla... Esta es “la locura de la cruz” que decía san Pablo.

Oración final:

Oh Dios, que en tu providencia admirable has querido asociar a la Virgen María al misterio de nuestra salvación, haz que, fieles a su consejo, pongamos en práctica todo lo que Cristo nos ha enseñado en el Evangelio. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Archivo del blog