Lectura del libro de Tobías (6, 10-11; 7,
1. 9-17; 8, 4-9ªa)
En aquellos días, Tobit llamó a su hijo
Tobías y le recordó: - «Hijo, a ver si les pagas a tu compañero. Y dale una
buena propina.» Así es que lo llamó y le dijo: - «Como paga, toma la mitad de
todo lo que has traído, y vete en paz.» Entonces Rafael llamó aparte a los dos
y les dijo: - «Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los
beneficios que os ha hecho, para que todos canten himnos en su honor.
Manifestad a todos las obras del Señor como él se merece, y no seáis
negligentes en darle gracias. Si el secreto del rey hay que guardarlo, las
obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obrad bien, y
no os vendrá ninguna desgracia. Más vale la oración sincera y la limosna
generosa que la riqueza adquirida injustamente. Más vale hacer limosnas que
atesorar dinero. La limosna libra de la muerte y expía el pecado. Los que hacen
limosna se saciarán de vida. Los pecadores y los malhechores son enemigos de sí
mismos. Os descubriré toda la verdad sin ocultaros nada. Ya os dije que si el
secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como
se merecen. Pues bien, cuando Sara y tú estabais rezando, yo presentaba al
Señor de la gloria el memorial de tu oración. Lo mismo cuando enterrabas a los
muertos: Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar y dejaste la comida por ir
a enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte; pero me ha enviado de
nuevo para curarte a ti y a tu nueva Sara. Yo soy Rafael, uno de los siete
ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la
gloria. Así , pues, bendecid al Señor en la tierra, dad gracias a Dios. Yo subo
ahora al que me envió. Vosotros escribid todo lo que os ha ocurrido.»
Salmo responsorial (Tob 13,1.2.6.7.8)
R. Bendito sea Dios, que vive eternamente
Él azota y se compadece, hunde hasta el
abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. R.
Veréis lo que hará con vosotros, le daréis
gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los siglos. R.
Yo le doy gracias a mi cautiverio, anuncio
su grandeza y su poder
a un pueblo pecador. R.
Convertíos, pecadores, obrad rectamente en
su presencia:
quizá os mostrará benevolencia y tendrá compasión. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 41-51)
Los padres de Jesús solían ir cada año a
Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a
la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño
Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo
que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre
los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su
busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los
maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban
asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron
atónitos, y le dijo su madre: -«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu
padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: -«¿Por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos
no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo
su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.